aislamiento internacional
La presidenta peruana Dina Boluarte. Foto: EFE

Tras la crisis abierta con los gobiernos de México y Bolivia, la presidenta peruana Dina Boluarte recibió esta semana un llamado de atención desde Chile y Estados Unidos por la represión de las protestas antigubernamentales, una situación que multiplica el riesgo de un aislamiento internacional, al menos parcial, en un ambiente de relaciones exteriores enrarecido.

«Estamos corriendo el riesgo de aislarnos, por lo menos parcialmente», explica a EFE Ramiro Escobar, profesor de Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).

En esta coyuntura, pesan mucho los 40 manifestantes muertos de forma directa en los choques con las fuerzas del orden, a los que se suma un policía y siete personas más que perdieron la vida «por accidentes de tránsito y hechos vinculados al bloqueo» de carreteras.

Esa represión ha generado críticas de diversos países y dificulta la posición para otros mandatarios de la región, especialmente los progresistas, que ahora son mayoría, si quieren acercarse a la presidenta peruana.

Todo comenzó para Boluarte, elegida como vicepresidenta en las elecciones de 2021 dentro de la fórmula que encabezaba Pedro Castillo, cuando el entonces mandatario dio un fallido autogolpe de Estado, el 7 de diciembre pasado, por el que fue destituido y que la llevó a asumir, por sucesión constitucional, la jefatura de Estado.

Discrepancias con otros gobiernos

Esa situación provocó un choque directo con el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, al que se sumaron posteriormente los mandatarios de Bolivia, Luis Arce, y de Colombia, Gustavo Petro, así como -de forma mucho más tímida- el argentino Alberto Fernández.

Especialmente grave es el enfrentamiento con México, cuyo embajador en Lima fue expulsado, y con Bolivia, tras decretar un impedimento de entrada al expresidente y líder del movimiento oficialista, Evo Morales.

«La relación con México está enrarecida, creo que no era necesario expulsar al embajador», señala Escobar, antes de apostillar que tampoco «no era indispensable» impedir el ingreso de Morales a Perú, acusado de tratar de injerir en asuntos internos.

«Además, la diplomacia tiene que hacer su trabajo, tiene que actuar», acota.

A su juicio, considera que la diplomacia no ha actuado «porque el Congreso le está poniendo la agenda al Gobierno» en materia de relaciones internacionales.

Riesgo del aislamiento internacional

«El Ejecutivo tiene una Cancillería muy profesional, debería tener una propuesta de política exterior más autónoma y dejar trabajar a los diplomáticos. Podrían haber hecho que esta crisis no escale», subraya.

El último peldaño lo subieron este miércoles Estados Unidos, que pidió que se reduzca «al mínimo» el uso de la fuerza frente a las protestas y respaldó la investigación sobre la represión, así como Chile, que reclamó a las autoridades peruanas que «garanticen derechos fundamentales» y hagan un «uso proporcionado de la fuerza».

A juicio de Escobar, son «mensajes que van en la frecuencia de criticar, dentro de términos diplomáticos, lo que está ocurriendo con los muertos debido a la represión».

«Vienen de una potencia, tenida como uno de los países más poderosos del mundo, y un país vecino y amigo, que debería estar en la frecuencia de Boluarte, que es Chile. Son dos mensajes que están leyendo lo que está pasando a partir de las turbulencias y la manera en que está respondiendo el Gobierno», subraya.

La experta en derecho internacional y profesora de la Universidad de Piura (UDEP) Susana Mosquera explica que «las relaciones, cuando las vemos desde el episodio puntual, parece que hay una ruptura o hay una situación que resulta muy grave como es el llamado al embajador mexicano».

La importancia de las relaciones personales

Sin embargo, Mosquera indica que «los estados son conscientes de que tiene dos dinámicas distintas, una la que relaciona al Estado y otra la que relaciona al gobierno de turno».

«En la dinámica de relación del Estado, las cosas no se rompen de un día para otro porque hay muchos mecanismos bilaterales de muy variada materia (…) que no se pueden eliminar de un momento a otro», sostiene.

De otro lado, «están los elementos de coordinación intergubernamental y, en esos, es posible que el efecto sea más intenso».

«En América Latina (…) hay muchos elementos de estructuras de integración, pero todos son muy poco institucionales, tienen poca fuerza. Todos ellos se sostienen en el elemento personal de gobierno, quién es el jefe del Ejecutivo en cada momento»

A juicio de la experta eso «va a crear alianzas con los países con ejecutivos afines ideológicamente. Esto es lo que, efectivamente, hacen que se impulsen redes de cooperación entre gobiernos cercanos», comenta.

Por eso, resume que en el ámbito de relaciones entre gobiernos, basadas en buena medida en la afinidad personal de los mandatarios, el gobierno de Boluarte «se puede ver afectado», pero «las macro, que se sostienen en acuerdo y reglas que relacionan a los estados entre sí, esas veo más difícil (que resulten afectadas)».

Frente a esa situación, Boluarte tratará de hacer valer la máxima anuncia por su primer ministro, Alberto Otárola, («nuestra relación es con los estados y no con las ideologías»), en un contexto cada vez más complejo y en el que puede terminar viéndose sola.




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