Cinco días lleva en el depósito de la morgue de Bello Monte el cadáver de Félix Ramón Abarca, un vigilante privado, de 69 años de edad, y sus familiares temen que se descomponga porque no tienen dinero para enterrarlo.
Abarca murió en su casa, ubicada en el barrio Santa Ana, de Carapita, Antimano, a consecuencia de una lesión craneoencefálica que sufrió durante una caída en noviembre del año pasado. Su hermano Ramón Abarca contó que en aquella ocasión lo operaron en el hospital Pérez Carreño y a los 18 días le dieron de alta.
-Le sacaron un coágulo de sangre y pensábamos que todo estaba bien, pero tuvo una recaída.
Desde noviembre Félix Abarca estuvo imposibilitado de trabajar. Su hermano sobrevive con una pensión de vejez y no cuenta con recursos para enterrarlo.
En la morgue de Bello Monte le ofrecieron una urna, producto de donaciones, pero falta la fosa en el cementerio. Por eso se dirigió a la Alcaldía de Libertador, de donde lo refirieron al Cementerio General del Sur, y el comisario León le dijo que no hay fosa disponible pero por 30 millones podría conseguirle una.
-De dónde saco yo 30 millones si lo único que tengo es la pensión. Si por mí fuera ya me hubiera llevado a mi hermano. Ustedes creen que es muy sabroso estar metido aquí?
El señor Abarca ruega que a través de algún organismo público lo ayuden para enterrar a su hermano.