El canciller saliente de Argentina, Jorge Faurie, resaltó este viernes, en su despedida ante la prensa, la defensa de la «libertad y los derechos humanos» que cree ha hecho Mauricio Macri en sus cuatro años como presidente y llamó a defender la institucionalidad para tener democracias sanas en Latinoamérica.

«No queremos violadores de derechos humanos ni dictadores», remarcó el ministro de Relaciones Exteriores en el acto en Buenos Aires destinado a relatar su informe de gestión, cuando quedan poco más de 10 días para que asuma como nuevo presidente del país el peronista Alberto Fernández.

EL PAPEL DE ARGENTINA

Consultado por Efe acerca del papel que Argentina debería tomar desde el 10 de diciembre en una región convulsa, Faurie se mostró cauteloso al considerar que el nuevo Gobierno deberá definir cuáles son las líneas de su trabajo, aunque valoró que ahora «hay un capital» que se ha construido en la región.

«Que es defender la democracia, la libertad y sobre todo proteger la vigencia de los derechos humanos. Este es un capital que creo que para ningún argentino tendría que ser renunciable. Y tendremos que ver si las medidas o la forma con la que se trabaja es efectiva para defender libertad y democracia», sentenció el canciller.

A su juicio, el Gobierno que se va trabajó con «nitidez» defendiendo esos valores y lo tradujo en el llamado Grupo de Lima -alianza de países que desconoce a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela y apoya al líder opositor Juan Guaidó- y en el diálogo con los países de la región.

«Esa defensa de libertad y respeto a la democracia es lo que nos llevó a desconocer el régimen de Maduro y a reconocer a la autoridad que representa Juan Guaidó como presidente encargado», aseveró Faurie, que asumió el cargo en junio de 2017 en sustitución de Susana Malcorra, quien había sido la ministra desde el comienzo del mandato de Macri, en diciembre de 2015.

En el caso de las relaciones con Venezuela, Faurie reiteró su visión de abogar por la «no violación de los derechos humanos y la «no utilización de mecanismos autoritarios».

«Queremos gente que respete la democracia y la libertad. Esta es la visión del presidente Macri, de todo su gabinete y de todos los argentinos que quieren vivir en democracia y libertad. Corresponderá a quien siga en el Gobierno hacer la interpretación que entienda que debe hacer», agregó.

LA LLEGADA DE ALBERTO FERNÁNDEZ

En diversas ocasiones, Fernández, que en una ocasión reconoció ver un «sesgo autoritario» en Venezuela, ha puesto en entredicho el Grupo de Lima y ha aplaudido la postura de no intervención de países como Uruguay y México, que apoyan el diálogo para lograr una salida para el país suramericano.

Durante los Gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández (2007-2015), vicepresidenta electa y correligionaria de Alberto, Argentina mantuvo una estrecha relación con la Venezuela de Hugo Chávez y Maduro, aunque la llegada de Macri al poder convirtió al país en uno de lo mayores críticos del régimen chavista, incluso calificando a Maduro de «dictador».

Según datos oficiales, más de 200.000 venezolanos se han afincado en Argentina por los problemas de su país.

Sobre el escenario ideológico que se abre en América Latina, ya sea por citas electorales o por el cariz de las protestas que se dan en algunos países, Faurie destacó que en el mundo actual «clasificar en derechas o izquierdas es una estructura que ha quedado un poco obsoleta».

«Tenemos que clasificar a nuestros países en la capacidad de respuesta que tienen nuestros sistemas políticos para atender las necesidades de nuestra gente y lo que hoy vive América Latina», subrayó.

EL DESCONTENTO SOCIAL

Los «muchos procesos de inquietud social» tienen que ver, continuó, con demandas que tienen los pueblos que son «diferentes en cada uno de ellos, pero que al mismo tiempo en algunos lugares son utilizadas por mecanismos de agitación y de desestructuración institucional».

«Defender la institucionalidad es particularmente relevante para poder tener una democracia sana que tenga capacidad de dar las respuestas», concluyó, convencido de que la región está en «proceso de transformación».

«América Latina está tratando de encontrar las respuestas», concluyó el ministro, que hizo una «condena total a la violencia y a aquellos que aprovechan proviniendo del terrorismo o el narcotráfico para desinstitucionalizar» las naciones.




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