La Teoría del Caos es la denominación popular de la rama de las matemáticas, la física y otras ciencias   (biología, meteorología, economía, entre otras) que trata ciertos tipos de sistemas complejos y sistemas dinámicos muy sensibles a las variaciones en las condiciones iniciales. Pequeñas variaciones en dichas condiciones iniciales pueden implicar grandes diferencias en el comportamiento futuro, imposibilitando la predicción a largo plazo. Esto sucede aunque los sistemas son en rigor deterministas, es decir; su comportamiento puede ser completamente determinado conociendo sus condiciones iniciales.

La Teoría del Caos es un elemento de manejo referencial cultural amplio. Su gran número de publicaciones tiene denominador común: la complejidad, la co-incidencia y simultaneidad de múltiples elementos en la dinámica de fenómenos y procesos, no lineales ni predecibles sino azarosos o aleatorios.

Sus patrones de «orden desordenado» son sistemas abiertos y multilineales, y exigen variados modelos lógicos para su comprensión e interpretación distintos de los aplicados a fenómenos lineales predecibles dentro de la polaridad dinámica de causa-efecto. En estos fenómenos o sistemas abiertos, mínimas alteraciones a su condición original devienen cambios exponenciales imprevisibles. Las incidencias en la comprensión del mundo y su trama epistémica, dentro de los marcos levantados por la modernidad, son significativas.

Las dinámicas sistémicas del caos han generado necesidad de nuevos conceptos y técnicas de experimentación, con gran incidencia en la elaboración de métodos de representación de la realidad y sus bases filosóficas, metafísicas y metodológicas acerca del significado de la impredecibilidad e inestabilidad compleja en los procesos naturales, culturales y sociales, así como de sus comportamientos posibles a largo plazo.

Su extrapolación a otros dominios del conocimiento humano es aplicada en economía, sociología, teoría cultural, neurociencia y planificación urbana, música, entre otras. ¿Por qué el caos ha devenido en objeto de tan interesado estudio en la cultura contemporánea? Por el desarrollo de intercontactos de conocimientos de las ciencias actuales, exactas, naturales y sociales, con co-incidencias, reticulaciones y necesidades de articular explicaciones del mundo por medio de otras lógicas y sentidos.

La complejidad es una manera de analizar, de reflexionar sobre determinados aspectos de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, los cuales presentan ciertas características que los clasifican como sistemas de comportamiento complejo.

En la actualidad a nivel mundial se realizan intensos estudios de la complejidad. En los planes de estudio de las enseñanzas superior y media aparecen destacados espacios dedicados a la Teoría de la Complejidad a nivel mundial.

La ‘complejidad’ constituye una perspectiva novedosa y marginal en la ciencia contemporánea; su carácter de novedad radica en que el estudio de la complejidad implica, en buena medida, un quiebre o discontinuidad en la historia de la ciencia o, más precisamente dicho, en la racionalidad científica occidental. La complejidad introduce, en el terreno de las ciencias, una racionalidad post-clásica que habilita e incorpora problemas ignorados o vedados por el pensamiento científico moderno.

Estos problemas involucran, en un sentido no exhaustivo, cuestiones relativas al desorden, el caos, la no-linealidad, el no-equilibro, la indecibilidad, la incertidumbre, la contradicción, el azar, la temporalidad, la emergencia, la auto-organización. La complejidad puede entenderse, por lo tanto, como un paradigma científico emergente que involucra un nuevo modo de hacer y entender la ciencia, extendiendo los límites y criterios de cientificidad, más allá de las fronteras de la ciencia moderna, ancladas sobre los principios rectores del mecanicismo, el reduccionismo y el determinismo (Delgado Díaz 2004; Morin 2004b; Sotolongo y Delgado Díaz 2006; Vilar 1997).

Por otro lado, la complejidad se ubica en una zona marginal del saber científico contemporáneo, aunque sin duda sus grados de penetración, y por consiguiente de marginalidad y desconocimiento, varían de una ciencia y/o disciplina a otra. Para decirlo lisa y llanamente, las teorías y métodos asociados a ‘la complejidad’ no constituyen el “mainstream” en los campos científicos o disciplinares en los que se desarrollan. Esta situación de marginalidad es menor en el campo de las ciencias de la materia y de las ciencias de vida, campos en los cuales es posible rastrear la prehistoria de las ideas científicas de lo que hoy se denomina ‘teoría/s’ y/o ‘ciencias’ de la complejidad.

Venezuela  ha sido sacudida por un movimiento que si bien no es telúrico, es tan o más caótico que un terremoto

En los últimos dieciocho años, Venezuela  ha sido sacudida por un movimiento que si bien no es telúrico, es tan o más caótico que un terremoto. Se trata de la mal llamada “filosofía política” del Siglo XXI. Este caos ha traído como consecuencia que en el último mes miles de venezolanos por todo el país están marchando con una dignidad ejemplar, a prueba de gas y balas. Una sociedad que llegó «al llegadero» y ha declarado basta de: atropello, opresión, malversación y saqueo del país, doble moral, asesinato, migajas de mendigo, vulgaridad.

La situación de Venezuela  tiene elementos comunes de los sistemas complejos y de la teoría del caos. Los venezolanos  democráticos han venido reaccionando ante agresiones externas, que en los últimos años han pretendido modificar estructuralmente al país, están reaccionando a una tiranía cubana-comunista que está ansiosa de controlarla, acabar con sus valores y con su estructura libre y democrática

La salida de la tiranía será el resultado sinérgico de muchos esfuerzos, vidas y voluntades.

Según la Fundación Nacional de la Ciencia (NSF) en los Estados Unidos, la mente humana procesa 50 pensamientos cada minuto o prácticamente uno por segundo, por lo que podrían ser sesenta mil pensamientos diarios, y la mayoría son negativos, repetitivos y del pasado, de cosas que ya ocurrieron y de asuntos que no han sucedido, y que probablemente no pasarán. Estos pensamientos debilitan el espíritu, propician el pesimismo, generan inseguridad y cultivan la crisis interior, caracterizada por el miedo, el enfado, la frustración, la violencia y otros comportamientos básicos que desencadenan en emociones negativas y derivan en el caos y la indecisión.

Si hay algo que requiere el país en estas circunstancias por el cual  atraviesa son palabras de aliento que permitan levantar el ánimo y dar una razón para seguir adelante, que motive a creer que si hay posibilidades en el futuro próximo y que no todo está perdido, aunque la escena del entorno sea dantesca, habrá que sacar lo mejor de lo peor y extraer la inventiva, la creatividad, la agudeza de la inteligencia para saber maniobrarse ante la cuerda floja y no desmoronarse ante esta crisis, he allí el ingenio del sobreviviente, he allí la capacidad del optimista.

Ante el escenario, anteriormente descrito, se hace necesario tomar la iniciativa de cambiar el canal negativo y pasar al modo “positivo”, sintonizados en la filosofía de Platón: “La pobreza no viene por la disminución de las riquezas, sino por la multiplicación de los deseos”,

De este caos surgirá un nuevo país, uno diferente, al que seguramente los viejos trajes no le acomodarán. Es posible que, añorando lo bien que lucían, se tiene la tentación de remendar y ajustar esos vestidos bonitos y brillantes del pasado. En medio del desorden y confusión propios del caos, están emergiendo nuevas comprensiones, reglas, liderazgos. Venezuela  es un sistema vivo y la vida siempre busca sus cauces.

No hay bombas, balas,  discursos ni decretos capaces de detener el surgimiento de la Venezuela implicada y la aparición espontánea de su nuevo orden libre y democrático.




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