(Foto Simone Monasterio)

Dayrí Blanco | @DayriBlanco07

Desde su improvisado puesto de alquiler de teléfonos, Marisol Venegas vio dos realidades que se fundieron. Se convirtieron en solo una. Ahí, en la esquina de la avenida Cedeño con Bolívar observó personas con su uniforme de batas blancas en la calle, gritando consignas para reclamar solo lo necesario para cumplir con su labor de enfermeros. Los miró desafiar la orden impuesta de unos cuantos uniformados y se sorprendió de su valentía. También contempló la llegada, poco a poco, de un gran grupo de ancianos, con banderas, pancartas y sus propias consignas. Atendió a un cliente que necesitaba comunicarse con su jefe para decirle que llegaría tarde, y se distrajo en la cuenta: “¡No puede ser!”, exclamó impresionada por un par de abuelitos en sillas de ruedas. Todos luchan en la calle por el mismo objetivo.

Una pequeña mesa, dos banquitos y tres celulares. Eso ha sido suficiente para que Marisol viva al día junto a su hijo de cinco años. Ya había instalado su negocio cuando antes de las 9:00 a.m. del viernes comenzaron a llegar los enfermeros. Era su día. Así está marcado como efeméride internacional. Pero esta vez, y como los últimos seis años no celebran: Protestan. Un día antes cumplieron con el trámite correspondiente de notificación ante la alcaldía de Valencia de la movilización que partiría desde la avenida Cedeño, hasta la sede de la Gobernación.

Justo al lado del puesto de teléfonos se acercaron dos funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). Fueron claros: “No podrán llegar a la Gobernación. El Plan Zamora no lo permite”. Marisol escuchó y se asustó. Ella, muy alejada de la política sabe lo que eso significa. El presidente del Colegio de Enfermeros de Carabobo, Julio García, no se dejó intimidar: “Nosotros vamos a cumplir nuestra agenda”. Marisol respiró profundo y le dijo al cliente:  “Los van a meter presos”.

12 motorizados de la GNB estaban instalados a una cuadra, en la avenida Díaz Moreno. Eso no importó. García fue insistente: “La enfermería no celebra, protesta, porque no tenemos recursos de protección, insumos, ni recursos para atender a nuestros pacientes. También reclamamos que no es posible vivir con los salarios mínimos que declare el presidente y se han convertido en fraude las discusiones de los contratos colectivos que se hace cada seis años en campaña presidencial. Por eso vamos a llegar a la Gobernación”.

A las 10:00 a.m. comenzaron a marchar. Los conductores que transitaban por el lugar tocaban corneta en señal de apoyo. En la calle Libertad, tres motorizados de la Policía de Carabobo intentaron detener la movilización, pero no pudieron. Unos pasos adelante los enfermeros se concentraron frente a Insalud: “Este es el centro de la vergüenza nacional”, exclamó García mientras sus colegas gritaban a quienes estaban adentro: “Nosotros sí somos enfermeros de verdad, no de oficina”.

Intentaron seguir su recorrido, pero en la esquina de la calle Colombia un fuerte piquete de la policía estadal lo impidió. En principio se les dijo que conformaran una comisión de cinco personas para entregar el documento, y después un uniformado escoltó a un funcionario de la gobernación quien recibió en plena vía pública la carpeta. Los enfermeros se devolvieron a la Plaza Bolívar, entonaron el Himno Nacional y estuvieron por un minuto en silencio en honor a los caídos en las protestas de calle.

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ABUELITOS 2,3K

Desde su puesto, Marisol seguía divisando la llegada de adultos mayores. También vio unas caras conocidas de algunos dirigentes políticos de la región, pero los protagonistas de la jornada eran los abuelitos, quienes pese a sus limitaciones físicas caminaron 2,3 kilómetros. Una vez culminada la actividad de los enfermeros la situación tensa cesó. Consignas, pancartas y expresiones de respeto se apoderaron del ambiente.

Pasadas las 11:00 a.m. la movilización comenzó. Atravesó todo el centro de Valencia por el Paseo Constitución, siguió su recorrido por la avenida Las Ferias hasta llegar a la Plaza Santa Rosa. María Villar caminó hasta el final. Tiene 90 años de edad y 65 viviendo en Venezuela. Es española y no se quiere ir del país. “Venezuela no se diferencia en nada al resto del mundo si pudiéramos rescatarla, que vuelva a ser como antes”. Ella tiene motivos de sobra para salir a protestar: “Tengo a una hermana enferma, no conseguimos sus medicinas ni comida. He tenido que hacer colas por horas para comprar un litro de leche”.

Estelvina Gualdrón es Mexicana y también marchó. “Nosotros tenemos que salir a las calles como lo hacen los jóvenes para ayudarlos a erradicar la dictadura y que ellos puedan vivir en el país que nosotros nos formamos”. Ella tiene 55 años en Venezuela. “Este es mi país, seguiré luchando hasta mis últimos días. Espero ver la claridad antes de cerrar mis ojos para siempre”.

A las 12:00 del mediodía llegaron a Santa Rosa. El único contratiempo fue el cansancio, para el que cada cierta distancia se hidrataban y comían frutas. Algunos se tomaban la tensión.  En la plaza, Diego Borges, coordinador electoral de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), quien lideró la movilización de inicio a fin, se dirigió a todos. “Lo único que nosotros como abuelos queremos es que nuestros nietos puedan vivir en democracia. Y lo lograremos”. Ya a esa hora Marisol, en su puesto de alquiler de teléfonos en la avenida Cedeño, se preparaba para almorzar. La normalidad en el lugar había retornado.

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