Leonardo González
Leonardo González Barreto. (Foto cortesía)

Justicia para su esposo, Leonardo González Barreto, exigió Olga González, cuya vida cambió el pasado 27 de julio, cuando funcionarios de las policías de Carabobo y Naguanagua dispararon contra el hombre, tras una protesta contra el gobierno de Nicolás Maduro en Naguanagua.

En el sentido escrito enviado a esta redacción, Olga González aseguró que las únicas armas de su esposo eran caramelos de amor y esperanza, su gorra tricolor, su bandera y su crucifijo.

A continuación el comunicado:

Mi nombre es Olga González y soy la esposa de Leonardo Gonzalez Barreto. Mi esposo nació en Valencia el 5 de julio de 1969. Oriundo de la Pastora (centro de Valencia). La casa donde nació y creció es Patrimonio Histórico de la ciudad. Fue el menor de 6 hermanos. Cursó estudios en el Liceo Camoruco donde cosechó una gran cantidad de amistades que perduraron en el tiempo.

Padre de Orianna, de 22 años, Marianna de 18, y Vivianna de 17. Desde que su primera hija nació dio sus primeros pasos en la entrega sentimental, moral y social, asumiendo la tradición de vestirse de San Nicolás año tras año, cada 24 de diciembre, para llevarle a sus hijas la ilusión de la Navidad. Dejaba a un lado su rol de padre para convertirse en el Santa que llevaría ilusión y esperanzas a los hogares y en especial a sus hijas.

En el año 2014 ingresó a la familia de Doctor Yaso, para convertirse en el Doctor Cotillón, ahora llevando ilusiones, alegrías y sonrisas a los más necesitados.

Leonardo fue un destacado deportista desde sus años de colegio, lo que le mereció el respeto de sus compañeros. Viajó y conoció toda Venezuela regalando sonrisas a su paso. Realizó montañismo, rafting, canopy y hasta vivió la experiencia de lanzarse en parapente. Cumplió su sueño de «Hacer Cumbre» en el Tepuy Roraima, experiencia que vivió el pasado diciembre del 2016, cuando disfrutó de la Navidad en el sitio más antiguo de nuestro planeta.

Trabajó durante 17 años en Kromi Market, siendo fundador de la organización.

Mi esposo fue un luchador social y un participante activo de la sociedad civil, ganándose el respeto de su comunidad.

El pasado jueves 27 de julio de 2017 mi vida cambió para siempre, cuando encontré a mi esposo tirado en una acera con un disparo en la espalda. El fue asesinado. Su carro fue acribillado, fue perseguido, acorralado y asesinado por policías del estado y del municipio. Más de 40 funcionarios participaron en el hecho y solo uno está detenido.

Las armas de mi esposo eran caramelos de amor y esperanza, su gorra tricolor, su bandera y su crucifijo.
Hoy lloro su ausencia, y de pie con la cabeza en alto exijo justicia para Leonardo.

«Para que el mal triunfe solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada» Edmund Burke.




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