¿Cuántas caretas puede ponerse una persona? ¿Diez, veinte, cien? ¿Puede alguien tener 20 personalidades, diferentes e indistinguibles, y hacerse pasar por cuerdo? ¿Es posible ponerse 40 disfraces y que nunca se note el engaño? O yendo al grano ¿cuántas veces se le ha tenido que caer la careta al gobierno chavista para que –finalmente y con contadas excepciones, como los españoles de Podemos- se le reconozca como la dictadura descarada y arbitraria que siempre ha sido?

Las preguntas del párrafo anterior vienen a cuento por la cantidad de declaraciones y afirmaciones deincontables personajes,desde el inicio de los tiempos, concluyendo que al régimen que comenzó a gobernar a Venezuela el penúltimo año del siglo pasado “ahora si se le cayó la careta de demócrata”.

El tema de la careta, disfraz o como se le quiera llamar, ha tomado fuerza de nuevo a raíz del golpe de Estado que dio el TSJ la semana pasada, cuando se apropió las atribuciones del golpeado Parlamento criollo. Después reculó y trató de remendar el capote (aunque dejándole al presidente de la República unos poderes muy flexibles para vender una parte del país y rebuscarse los 9  mil millones de verdes de deuda que hay que pagar en 2017), pero el golpe ya estaba dado  y por ahí salieron de nuevo las ya cansonas y nada originales sentencias de “se te cayó la careta”.

Quizás lo que irrita no es tanto el lugar común como el hecho de que el chavismo nunca ha tenido  disfraz de demócrata porque nunca lo ha sido, comenzando por el simple hecho de que su primer intento de tomar el poder fue con el golpe de 1992. Apenas comenzado el período chavista,tanto el referéndum de 1999 como la convocatoria a la Asamblea Constituyente y la elección de esa misma Asamblea se hicieronen abierta violación a la constitución vigente.Ya avanzado “el proceso”, era común escuchar, incluso de parte de loscríticos más acérrimos del comandante difunto, que en las elecciones venezolanas se habían guardado las formas democráticas, como si no hubiesen existido la lista Tascón, las firmas planas, el abuso de los recursos públicos y los muy probables fraudes.

El chavismo ha violado las leyes y la constitución, a ojo de buen cubero, por lo menos una vez por mes desde que están en el poder. Esto incluye aprobaciones chimbas de leyes en la Asamblea, sentencias del TSJ, agresiones a los ciudadanos y paremos de contar. Los rojos nunca han tenido máscara. Que la gente no se haya querido dar cuenta, es otra cosa.




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