Foto: Las Mayores

Después de perder dos días debido a una molestia en la pantorrilla derecha, el venezolano Carlos González regresó a la alineación de los Rockies el domingo en el enfrentamiento ante los D-backs. El patrullero también cree que es cuestión de tiempo para que salga del bache ofensivo en el que está metido.

González, que desde la noche del viernes se declaró listo para batear en caso de que lo necesitasen, no fue utilizado en la novena entrada ese día por el manager Bud Black, pese a una situación de bases llenas en un duelo que terminarían perdiendo 6-3, por precaución. «Yo estaba preparado, pero no quisieron tomar ningún riesgo. Bud (Black, el manager de los Rockies», decidió usar a (Pat) Valaika», dijo González.

«Siempre es difícil estar fuera del terreno», siguió el veterano. «No importa si te está yendo bien o no. Yo me digo a mi mismo que voy a estar listo si me necesitan y siempre estoy seguro de que voy a ayudar al club».

González, de 31 años, empezó la jornada del domingo bateando .200 (de 100-20) con dos jonrones, seis empujadas y 24 ponches. Pero la preocupación que puedan tener él o Black se mitiga con el currículum del venezolano. En el 2015, por ejemplo, González bateaba .201 con cuatro jonrones, 13 empujadas y 33 ponches en 133 turnos el 26 de mayo. Terminó la temporada con .271 de promedio, 40 bambinazos y 97 remolcadas.

«Si miras su historia y las cosas que ha logrado te das cuenta de que le dará la vuelta a esta situación», dijo Black.

A estas alturas del año, lo más enérgico que se la ha visto a González es mostrando rabia tras los ponches o batazos suaves en momentos en los que ha podido contribuir y producir carreras.

«Me han visto tirando el bate contra el suelo, bravo conmigo mismo, pero no es por el slump», dijo. «Es más por el juego. Si el juego está cerrado, yo puedo cambiar las cosas con un swing. Allí es cuando me frustro».

Pero al menos no ha habido lágrimas.

«Mi mamá tiene un montón de historias, porque cuando estaba en las ligas menores la llamaba, a veces llorando», recordó González. «Era algo así como, ‘Mamá, no puedo más, quiero irme a casa’. Pero ella siempre me recordaba que la razón por la que yo estaba haciendo todo esto era porque amaba al béisbol. Me decía que era mejor pasar por momentos difícil que estar en la casa».

«Ahora se ríe de esas cosas. Hablo con ella todo tiempo. Siempre me anda diciendo cosas como ‘Necesito que des un jonrón’ o ‘Necesito que te tomes un día libre».

Con información de Las Mayores




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