Tras el caso Navalni, Merkel bajo presión sobre su política con Rusia
La canciller alemana, Angela Merkel / Foto: EFE

La presión aumenta sobre la canciller alemana, Angela Merkel, para que revise su política con Rusia y sea más firme, después de los múltiples incidentes entre los dos países, desde el envenenamiento de Alexéi Navalni hasta el ciberataque al Parlamento alemán, pasando por el asesinato de un georgiano en pleno Berlín.

La canciller alemana subió el miércoles el tono hacia el presidente ruso, Vladimir Putin, instándolo a responder «preguntas muy graves (que) surgen» después de que el ejército alemán haya establecido la prueba «inequívoca» del envenenamiento de Alexéi Navalni por un agente neurotóxico.

Este caso recuerda a otro de intoxicación con el mismo agente nervioso, el del ex agente doble ruso Serguéi Skripal y su hija, en Inglaterra. El asunto desembocó en una crisis diplomática duradera entre ambos países.

Pero, en Alemania, más allá de las condenas orales, lo más dominante es el aprieto, puesto que el país ha optado desde hace años, a pesar de la anexión de Crimea y las tendencias autocráticas en Moscú, por una política de diálogo y asociación con Rusia.

Grupos de presión

Numerosos ‘lobbies’ pro-rusos operan en el país, en los medios económicos y en los principales partidos políticos, desde la extrema derecha hasta los socialdemócratas, incluido el propio Partido Conservador de la canciller y, sobre todo, su rama más a la derecha, la bávara.

Con el caso Navalni, este lineamiento es cada vez más difícil de mantener.

«Rusia practica una política inhumana y de menosprecio», tuiteó Norbert Röttgen, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Bundestag (parlamento) y candidato a suceder a Merkel al frente de la Unión Demócrata-Cristiana (CDU).

«Necesitamos una respuesta europea dura, que Putin comprenda», añadió, instando a la UE a que abandone el polémico proyecto del gasoducto NordStream2, que suministraría gas ruso a Europa, en especial a Alemania.

El proyecto, de varios miles de millones de euros, en el que el excanciller Gerhard Schröder ha estado muy involucrado, está en suspenso a causa de amenazas de sanciones estadounidenses.

La asociación estratégica entre Rusia y Alemania sólo ha sido «un sueño durante mucho tiempo», afirma Röttgen.

Por su parte, el jefe de la diplomacia alemana, Heiko Maas, destacó el lunes «los nubarrones» que planean sobre las relaciones germano-rusas.

«Separación»

Para el diario Süddeutsche Zeitung, el envenenamiento de Navalni marca «una separación en la política exterior europea», y Berlín debe intervenir en este aspecto. Alemania ya no puede mantener «una ficción», según la cual, puede imponer sanciones a Rusia como las vigentes desde 2014 por la cuestión ucraniana, por una parte, y por otra, considerarla un socio económico de talla.

El diario Frankfurter Allgemeine Zeitung plantea una óptica similar y reclama que, si algunos socios europeos remolonean, una «reacción bilateral» alemana.

Los dirigentes alemanes y rusos mantienen desde hace mucho tiempo una relación ambivalente marcada por la desconfianza, en particular por parte de una canciller que creció detrás del Telón de Acero, pero al mismo tiempo hay gran conocimiento de uno del otro.

Ambos son veteranos de la escena política internacional y cada uno domina a la perfección el idioma del otro, Vladimir Putin vivió en la RDA comunista cuando trabajaba en el KGB.

Discordia creciente

Pero la lista de motivos de discordia no ha dejado de crecer en los últimos años.

Hace un año, el asesinato en pleno Berlín de un georgiano de la minoría chechena por un hombre sospechoso de actuar bajo órdenes de Moscú provocó tensiones entre ambas capitales.

A fines de 2019 el caso se saldó con la expulsión por parte de Berlín de diplomáticos rusos, protestando por su falta de cooperación en la investigación.

El presunto autor de este asesinato será juzgado en Berlín a partir del 7 de octubre.

Rusia también está acusada de piratería informática a gran escala en el Bundestag y en la oficina de la canciller, en 2015.

Merkel deploró los intentos «escandalosos» de piratería y el embajador ruso resultó «invitado» a dar explicaciones.

En ambos casos, Moscú ha rechazado todas las acusaciones.

© Agence France-Presse




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