También hubo detenciones en la plaza Roja, donde piquetes individuales intentaron llamar la atención de los asistentes a la feria del libro. Foto: NA.

La jornada mundial por la liberación del líder opositor ruso, Alexéi Navalni, se saldó con la detención el domingo de un centenar de personas en Rusia, donde muchos activistas desafiaron el clima de represión que se ha apoderado de este país desde el comienzo de la guerra en Ucrania.

«Tú no estás solo. Libertad para Navalni», fue uno de los carteles más repetidos a lo largo de la jornada, tanto en este país como en muchas ciudades del mundo.

Navalni celebró el domingo entre rejas su 47 cumpleaños en vísperas de un nuevo juicio por extremismo, por el que podría ser condenado a otros 30 años de cárcel.

El equipo del opositor, cuyos miembros se encuentran todos en el exilio, prometieron a los detenidos que asumirán todos los gastos de su defensa.

Moscú, de Pushkin a la Plaza Roja

En previsión de las protestas, las autoridades desplegaron un fuerte dispositivo policial en la plaza Pushkin, tradicional lugar de reunión de la oposición al Kremlin.

Precisamente, el presidente ruso, Vladímir Putin, había instado esta semana a no permitir que ciertos grupos, a los que en el pasado tachó de «escoria», desestabilicen la situación política interna del país en medio de la guerra con Ucrania.

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La presencia de antidisturbios en la plaza y de la guardia nacional en los aledaños no arredraron a los más valientes, entre los que había varias mujeres con carteles y otros símbolos opositores.

Según informó la organización OVD-Info, la mitad de las detenciones practicadas por las fuerzas del orden tuvieron lugar en la capital y en su mayoría cerca de la estatua del poeta Alexandr Pushkin.

Una mujer fue conducida a comisaría sólo por llevar un globo que decía «Feliz Cumpleaños», imagen que fue grabada en vídeo.

Otro hombre fue detenido por repartir panfletos, al igual que un activista por llevar una camiseta con las palabras «Cuiden de Rusia» y un hombre con una chaqueta con el acrónimo «SHIZÓ», que significa celda de castigo.

También hubo detenciones en la plaza Roja, donde piquetes individuales intentaron llamar la atención de los asistentes a la feria del libro.

De Siberia al resto del mundo

También hubo al menos una docena de detenidos en Siberia, tres de ellos en Omsk y dos en la capital de Altái, Barnaúl.

En Krasnoyarsk la policía detuvo a cinco activistas, uno de ellos por escribir con tiza en el asfalto: «Libertad para los presos políticos».

También en el enclave báltico de Kaliningrado tres personas fueron apresadas y conducidas a furgones policiales por demandar la puesta en libertad de Navalni.

En la ciudad de Jabarovsk, en el lejano oriente, las fuerzas del orden se llevaron detenidas a dos mujeres, una de las cuales grabó un vídeo en el que felicitaba al opositor frente al edificio del gobierno regional.

El canal de Telegram del equipo de Navalni mostró imágenes de las muestras de apoyo a Navalni en numeras ciudades europeas, desde Londres a Berlín, Madrid (Puerta del Sol), París, Barcelona, Tokio, Roma o Lisboa, además de Belgrado o Tel Aviv.

En total, son más de 120 ciudades del mundo las que se solidarizan con el líder opositor, lo que incluye también a México, Buenos Aires (la Plaza de Mayo), Sao Paulo y varias urbes estadounidenses.

Algunas de esas acciones pacíficas se celebraron cerca de las embajadas rusas, actos marcados también por la oposición a la intervención militar rusa.

Navalni no se rinde

«La vida está hecha de tal forma que el progreso social y un futuro mejor sólo se logra si algunas personas están dispuestas a pagar por su derecho a tener convicciones. Cuánta más gente haya así, menos es el precio a pagar por todos. Seguro que llegará el día en que decir la verdad y defender la justicia en Rusia sea normal y no sea peligroso», escribió hoy Navalni desde la cárcel en su cuenta de Telegram.

El opositor lleva cerca de 900 días entre rejas, de los que casi 200 los ha pasado en celdas de castigo en una prisión a menos de 200 kilómetros de Moscú.

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Los colaboradores de Navalni han acusado a las autoridades penitenciarias de intentar envenenarle en prisión, igual que ocurriera en 2020, cuando estuvo al borde de la muerte.

«La mayor de las gracias a todos los presos políticos en Rusia, Bielorrusia y otros países. La mayoría de ellos están mucho peor que yo. Pienso en ellos constantemente. Su estoicismo me inspira cada día», agregó Navalni.




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