Para el vicepresidente de la Cámara de Valencia, Lorenzo Araujo, hay una enorme diferencia entre las semanas de cuarentena radical y flexibles en cuanto a las ventas. En los sectores no periorizados, como calzado, ropa y otros servicios y bienes, se nota la diferencia en los ingresos; los priorizados se mantienen vendiendo.
En las semanas de cuarentena radical los comercios que no tienen permitido laborar implementaron alternativas para no cerrar sus puertas. Han aumentado las ventas a través de los denominados delivery (entregas personales) así como invertir en publicidad en redes sociales, pero las ventas son menores, aseguró Araujo.
El vocero de los comerciantes reiteró que tras 15 meses de pandemia el sector está más que preparado para atender al público todos los días. «Ya se han hecho las inversiones necesarias para la bioseguridad, para acomodar las colas y evitar aglomeraciones dentro de los establecimientos».
Sin embargo, algo que se sale del control de los vendedores es el acceso a gasolina y gasoil que agrava el ausentismo laboral de los diferentes establecimientos. «Grandes comercios como ferreterías, farmacias y automercados han implementado transporte para su personal pero este se ha visto afectado por la falta de diésel».
El abastecimiento de insumos alimenticios y otros productos, así como el traslado de los clientes a los establecimientos, se ve impactado negativamente.
Ulmary Castillo labora en una tienda en Guacara que ofrece artículos de deporte y quincallería. Desde el inicio de la pandemia decidieron añadir artículos alimenticios para poder laborar en las semanas de cuarentena radical y que las autoridades no los obligaran a cerrar. «El dueño tomó la decisión para no dejarnos sin empleo y por eso involucró comida, pero no se vende mucho porque son muchos negocios que decidieron hacer lo mismo para poder trabajar y sobrevivir el día a día».
Luis Eduardo Rivas es uno de los encargados de una panadería ubicada frente a la plaza Bolívar de Guacara. Según su testimonio, aunque trabaja en un rubro priorizado, las ventas bajan en semanas de cuarentena radical porque acuden menos personas y el horario de atención al público está limitado. Añadió que el abastecimiento de harina se demora dependiendo de la semana.
Jesús Daniel Ollalba tiene casi ocho años trabajando en una zapatería en Guacara. Mencionó que las ventas han bajado más durante la pandemia. Los dueños de este establecimiento decidieron vender alimentos desde hace aproximadamente cinco años, porque vieron que la prioridad de los ciudadanos es la comida.
En el caso de este local, sus ingresos no se ven sujetos a la semana de cuarentena radical o de flexibilización. «Simplemente hay días buenos o días malos. Mañanas buenas o tardes buenas».
Para los ciudadanos las semanas de cuarentena radical son una traba y deben sacar dinero extra de sus bolsillos para pagar bajo cuerda trámites en instituciones públicas. El abogado Néstor Salinas rechazó el método 7+7 implementado por el ejecutivo nacional y aseguró que la semana de cuarentena radical «nosotros los abogados salimos perjudicados. El funcionario tiene que vivir de nosotros, del que llega a sacar algo en el registro. Le falta una coma, le falta esto».
Consideró que las cifras de contagiados de la COVID-19 en ocasiones son mayores durante la semana de cuarentena radical, por eso cree que lo que hace falta es la conciencia ciudadana de cuidarse y que los funcionarios del gobierno hagan cumplir las normas. «Aquí todo funciona con un billete verde, se lo digo yo. El funcionario público no tiene la culpa, él tiene que vivir, tiene que comer con ese salario mísero que tiene, un vigilante gana más que un funcionario de alta jerarquía».
Para Elisa Valles y Juan Carlos Legón ambas semanas no tienen diferencia en cuanto a la cantidad de personas en la calle. Dijeron que ven mucha inconsciencia ciudadana, incluso de algunos vendedores del Periférico de La Candelaria quienes, según ellos, atienden a los clientes sin hacer uso del tapabocas.