Mientras en el mundo avanza el des-confinamiento, tras la búsqueda de una normalidad virtual, la pandemia del coronavirus en América Latina ya ha cobrado más de 250 mil vidas, por lo que hoy día es importante detenerse a pensar, cómo enfrentar este momento lleno de incertidumbre con las armas que contamos.

Es imprescindible, después de más de 200 días viviendo entre medidas de aislamiento social preventivo, con el fin de mitigar la propagación de la pandemia COVID-19, tomar un instante para asimilar los cambios implementados hasta ahora y por venir, en nuestro estilo de vida.

Se generó una expectativa de final feliz para la Pandemia, de súbito, con el tema de las investigaciones y estudios serios de varios laboratorios desarrollando una propuesta de vacuna específicamente para el COVID-19.

Fue posición adelantada como dicen en futbol, pues una vacuna debe cumplir mínimo con un protocolo de pasos, y tiempos experimentales prolongados, ser inoculada a diferentes tipos de personas y poblaciones, por características de edad, procedencia y estructura biológica intrínseca, para determinar que su uso no hace daño, y los efectos secundarios sean mínimos o inexistentes.

Esa noticia generó una sensación de esperanza, de que ya el fin de esta Pandemia estaba a la vuelta de la esquina.

Este artículo, enmarcado básicamente en el enfoque de Salud Mental, está centrado en la revisión consciente del por qué escuchar una información que parece positiva y esperanzadora, si no es totalmente cierta.

Esta nos genera mayor desánimo y quizás hasta tristeza. Necesitamos identificar que hay cambios ambientales irreversibles en nuestra rutina diaria producto de esta pandemia mundial, primera en este siglo: COVID-19.

El mundo se prepara para dar inicio a una reapertura total de todos los sitios públicos que fueron los primeros en cerrarse para evitar las aglomeraciones, lo que sin duda causó en la gente un impacto a nuestra salud mental.

De eso han pasado siete meses y habiendo logrado, tras mucho berrinche, peleas, discusiones y molestarnos por los cambios en la limitación al contacto físico, posponiendo el abrazo, el apretón de manos, tan humano y necesario para nuestra sangre latinoamericana.

Alcanzamos aprender una nueva forma de interactuar, sin perder la seguridad y la calidez del vínculo emocional y afectivo; nos llegamos a adaptar a la protección permanente con el aprendizaje de los pasos, medidas de protocolos y procedimientos de Bioseguridad, necesarios y básicos para asegurar nuestra salud, haciéndolos costumbre, nuevas reglas de conducta y comportamiento, y ahora se asoma de repente la idea de que ESTO YA NO ES NECESARIO.

Fue una información que nos hizo querer borrar todos los aprendizajes, de las UNICAS medidas actuales que nos generan protección.

Cómo prometerle una cura mágica instantánea a una persona con enfermedad crónica.
Las medidas de Bioseguridad, son en esta epidemia, nuestro salvavidas para mitigar, atenuar, disminuir el riesgo de contagio, y eso en español, inglés o chino significa que son la única forma de combatir biológicamente un agente de riesgo como es el COVID-19.

Cómo una información aparentemente sea positiva, puede causar en mi mente, albergar una falsa esperanza de egreso inmediato a la rutina de una normalidad de meses atrás.

Ese proceso, de una falsa expectativa, de pensamiento mágico, de que, sin esfuerzo individual, todo se acabó, nos hace dudar, sentirnos molestos, y quizás hasta nos confronte y nos haga vacilar en el deseo de seguir combatiendo y actuando para mantener nuestra salud, y la de quienes dependen de nosotros, es un lujo que no podemos darnos.

Esa falsa cura mágica instantánea ofrecida sin sustento para el enfermo crónico terminal, lo llevan a soñar con una mejoría inmediata y aceptar la idea de que ningún procedimiento es ya necesario para mantener su salud y vida.

Reaccionemos y revisemos en nuestra mente. Todas las personas cercanas conocidas quienes se infectaron de COVID-19, la lucha de ellos y sus familiares y amigos por tratar de salvarlos.

Es incluso muy importante recordarles que las emociones son estados de sensación transitorios, no vaya a exponerse por un cambio en su estado de ánimo, luego de tanto esfuerzo en aprender a vivir y convivir en seguridad y cuidándose y cuidando a sus seres queridos.

Con seriedad, vea al desánimo como una posible amenaza, que lo lleve a descuidar con irresponsabilidad la aplicación de sus medidas de protección de bioseguridad.

Solo los más aptos sobreviven, dice una máxima biológica que analiza la desaparición de algunas especies animales. Los humanos estamos en la misma amenaza. El más apto sobrevivirá, y la aptitud viene tomada de la mano con la aplicación de las medidas de bioseguridad, la distancia de más de 1,5 metros entre los transeúntes y en espacios cerrados.

El uso del tapabocas en tránsito y en público o ambientes de riesgo de contagio, el lavado de manos continuamente durante el día, uso de germicidas y agentes químicos para la desinfección de objetos, enceres y útiles en público y domésticos. ESAS son las acciones que ejecuta el MAS APTO.

Usted decide si sobrevive o se rinde, pero no deje de aplicar lo que ya aprendió, un refrán dice que el hábito hace al monje, actué con sabiduría, compórtese con seguridad, salga del grupo de mayor riesgo de contagio.

Sus amigos, familiares y compañeros de trabajo se lo agradecerán.

Lo más importante: Proteja a sus seres queridos, aplique todos los procedimientos de Bioseguridad, anótese en el grupo de los sobrevivientes. Nadie puede hacer, lo que usted no lo haga.

Gracias por seguir luchando por tu vida.




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