Entre 2004 y 2015, el país con mayores reservas de crudo recibió unos 750 mil millones de dólares de la bonanza más larga en un siglo de explotación petrolera.

El gobierno de Hugo Chávez (1999-2013) aprovechó el boom para financiarse a bajo costo. Emitió unos 62 mil millones de dólares en bonos soberanos y de Pdvsa, según la consultora Ecoanalítica, y recibió préstamos de China y Rusia. La deuda externa se quintuplicó hasta 150.000 millones de dólares.

Las reservas internacionales llegaron a 42.300 millones en 2008. Hoy son una cuarta parte. El gasto público también se disparó, y en 2012 hubo un déficit de 15,6% del PIB pese a que el barril de petróleo alcanzó una media récord de 103,42 dólares.

En paralelo, el gobierno socialista estatizó sectores como el del cemento y acero y expropió cientos de empresas.

Desde 2003 monopoliza las divisas que vende a tasas que sobrevaloran el bolívar e impuso un control de precios que, con las expropiaciones e importaciones subsidiadas, minó la industria.

«Se indujo al sector privado a reemplazar producción por importaciones baratas», comentó el economista Orlando Ochoa. El empresariado abastece hoy 20% del consumo frente a 70% en 2008, según Fedeagro.

El control cambiario derivó en corrupción, con importaciones fantasma, sobrefacturación y desvío de dólares al mercado negro, donde las cotizaciones multiplican por 12 la oficial.

Se añaden presuntos abusos con gastos reservados. Según Jorge Giordani, gurú económico de Chávez, 300 mil millones de dólares se malversaron en la última década.

Las estatizaciones menguaron varias empresas y terminaron en litigios como el de la petrolera ConocoPhillips, que tomó activos de Venezuela en el Caribe para cobrarse 2 mil millones de dólares.

El gobierno defiende que entre 1999 y 2014 destinó 718 mil millones de dólares a programas sociales.

Pero el manejo fiscal es desordenado, con emisión de dinero para tapar un agujero de 15% a 20% del PIB en promedio desde 2013, analiza Humberto García, presidente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.

El camino hacia el colapso estaba trazado cuando el petróleo se derrumbó desde 98,98 dólares por barril, en julio de 2014, a 47,05 al finalizar ese año y a una media de 35,16 en 2016.

Los ingresos, de 121 mil millones de dólares en 2014, cayeron a 48 mil millones en 2016. La bomba le explotó a Maduro.

La producción de Pdvsa se desplomó de 3,2 millones de barriles diarios en 2008 a 1,5 millones en abril pasado, según la OPEP. Así, el repunte de precios tiene un impacto limitado.

Como ajuste, el gobierno redujo importaciones y la entrega de divisas, agudizándose la escasez de alimentos y medicinas.

Las importaciones, de 66 mil millones de dólares en 2012, serán de 9.200 millones en 2018, estima Ecoanalítica.

La financiación del déficit y la disparada del «dólar negro» por la sequía de divisas generaron una hiperinflación que según el FMI llegará a 13.864,6% este año.

Esta espiral destruyó los salarios el ingreso mínimo da para medio kilo de carne y provocó escasez de billetes al rezagar al cono monetario. Uno nuevo, con tres ceros menos, circulará desde junio.

El PIB se contrajo 45% desde 2013, según el Fondo Monetario Internacional, pasando de 400 mil millones de dólares a 120 mil millones. «Indicadores de un país en guerra», según Asdrúbal Oliveros, de Ecoanalítica.

Por pagos atrasados de deuda, Venezuela y Pdvsa fueron declarados en default parcial en 2017, con compromisos para el próximo cuatrienio por 10 mil millones de dólares anuales.

Maduro, quien se dice víctima de «una guerra económica», anunció una renegociación, pero desde agosto Washington prohíbe a los estadounidenses negociar nueva deuda venezolana.

Un embargo sería inminente, advierte Alejandro Grisanti, de Ecoanalítica, quien prevé que la producción de crudo caería a 1,2 millones de barriles diarios a fines de 2018.

Estados Unidos asoma un embargo petrolero, escenario catastrófico pues un tercio de la producción va allí y representa 75% del flujo de caja.

La crisis venezolana es de «las mayores» del mundo en 50 años, alerta el FMI. Y no toca fondo.




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