En el caso de Venezuela no queda más remedio que leer entre líneas. Las cosas que han surgido de las supuestas negociaciones han sorprendido a todos, especialmente la liberación de los narcosobrinos, y esa es precisamente la prueba de que algo se está cocinando. No se sabe qué, no se sabe quiénes son los cocineros ni mucho menos los invitados al condumio, pero algo está pasando.

Como es del conocimiento público, durante varios meses las distintas fuerzas políticas que han participado en las acciones unitarias para la defensa del sistema democrático han mantenido conversaciones destinadas a asegurar la inteligencia, mutuo respeto y cooperación entre ellas, interesadas por igual en la consolidación de la unidad y la garantía de la tregua política, sin perjuicio de la autonomía organizativa y caracterización ideológica de cada uno conforme se declaró expresamente en el acta de ampliación de la Junta Patriótica.

Corre en boca de todos que la democracia en Venezuela, también en otros países, aunque con menos intensidad, se vive una crisis existencial, se sufre un período de no comprensión y de cambios profundos. Con base en estos dos elementos fundamentales, comprensión y cambio profundo, deben actuar los políticos en sus condiciones de líderes, de dirigentes, Y la sociedad civil también debe poner de su parte para entender mejor las razones de los cambios y virajes que se están dando y se seguirán dando hasta después y más allá de las elecciones presidenciales, cualquiera sea la fecha en que estas se lleven a cabo. Por esa razón, es importante interpretar a cabalidad el primer párrafo de este artículo donde se habla de la liberación de los narcosobrinos… Hechos como estos o similares a estos se darán con cierta frecuencia. Tengamos presente que es a las fuerzas opositoras a la que menos conviene y más desfavorece el silencio; la interrupción del diálogo frente al régimen de Maduro. Por razones obvias, ellos no tienen ningún interés ni les conviene que se realicen elecciones en el país. Tampoco que lo pongan en las circunstancias de tener que acceder a que las elecciones se realicen bajo un criterio de cierta equidad, de vigilancias, que le obstruya sus habituales trapisondas electorales.

No sé si alguien ya lo dijo por ahí, pero no importa repetirlo ahora. No es suficiente que los participantes en las elecciones primarias que no hayan resultado victoriosos reconozcan el triunfo de su contendor sin mayores inconvenientes. Evidentemente que eso es importante, pero no suficiente. Es imprescindible que se incorporen a la campaña electoral con todos sus dirigentes y seguidores con mucho empeño; integrados al trabajo político como un todo para lograr el objetivo final que no es otro que el triunfo de la democracia y la derrota de Nicolás Maduro quien, para más señas, es rechazado por el 85 % de nuestros compatriotas. Esa es la tarea que tenemos por delante. Por esa razón hay que civilizar las diferencias; en otras palabras, envainar el puñal, que no queden máculas que hagan insalvable la reconciliación.

Para poner punto final a esta nota de hoy, estoy totalmente convencido ya lo decía la semana pasada, de que es sumamente importante la unidad. Aunque parezca incongruente esos arreglos políticos seguramente molestarán, incomodarán a sectores vinculados a partidos políticos como a compatriotas librepensadores, pero hay que echar adelante. No hay alternativas. O accedemos y aceptamos que este momento político es sumamente enmarañado, que muchas cosas serán inentendibles, otras veces aparentemente absurdas; sino agudizamos la inteligencia y no hacemos uso de la madurez, pues sencillamente Nicolás Maduro permanecerá en el poder sabrá Dios por cuánto tiempo más… Allí está el dilema, hay que apurarse a dilucidar, a esclarecer estas trabas anquilosantes.

La oposición está lejos en estos momentos de hallarse en condiciones óptimas, pero no tengo ningún tipo de dudas que estas circunstancias serán superadas. Encontrar las vías de acuerdos y convenios. De las negociaciones políticas. Dejar de lado el temor de negociar a cambio de algo. Acuerdos a través de cuotas de poder que estén ajustadas a los aportes electorales que cada una de las organizaciones contribuya para el triunfo del candidato que surja de las elecciones primarias abiertas e inclusivas. Repito, ahora sí para concluir, no sé por qué razón rechazar la decisión de distribuir equitativamente cuotas de poder con las diferentes corrientes políticas que luchan y persiguen el mismo objetivo…

garciamarvez@gmail.com




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