En noviembre de 2011, un juez de Florencia aprobó que Sofía, una niña de 3 años enferma de leucodistrofia, recibiera un primer ciclo de células madre, pero este fue interrumpido tras la negativa del tribunal a permitir el segundo, provocando un empeoramiento en el estado de salud de Sofía.

Ante la insistencia de los padres de la niña, el caso pasó al tribunal de Livorno, que en mayo de 2013 permitió la continuación del tratamiento, pero en diciembre de ese mismo año el tratamiento volvió a ser interrumpido y Sofía no ha vuelto a recibirlo desde entonces.

La comunidad científica consideraba que la terapia era peligrosa para los pacientes al no tener una validez científica e incluso llegó a ser tachada de fraude, algo que llevó al Gobierno italiano a bloquearla.

En marzo de 2015 la Justicia italiano condenó a Vannoni por estas prácticas y se le prohibió que siguiera con ellas.

El pasado 26 de abril Vannoni fue arrestado en Turín por haberlas desarrollado en una clínica privada de Georgia, donde cobraba alrededor de 27.000 euros a cada uno de los cerca de 50 pacientes italianos a los que trataba. (EFE)




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