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Los equipos de la Conmebol y la Concacaf se quedaron de nuevo sin poder ganar el Mundial de Clubes. Si los conjuntos sudamericanos no lo ganan desde 2012 y solo se han llevado cuatro de catorce ediciones, los del centro y del norte tienen como mejor resultado cuatro terceros puestos.

Gremio de Porto Alegre, el campeón de la Copa Libertadores, se tuvo que conformar con el segundo puesto tras perder la final contra un Real Madrid (1-0), que tiene un presupuesto casi diez veces superior al club brasileño.

«Jugar de tú a tú frente a un equipo como el Real Madrid no es sencillo. Enfrente teníamos una máquina, una potencia, una selección», afirmó el técnico de Gremio, Renato Gaúcho.

Pero Gremio de Porto Alegre, que este año se caracterizó por un ‘jogo bonito’ y el control de la pelota, se tuvo que adaptar a la situación. El Real Madrid acaparó el esférico, con un 62 por ciento de posesión.

«El equipo luchó, lo intentó, pero enfrente teníamos a un equipo lleno de internacionales», afirmó el portero Marcelo Grohe.

Los centrales Walter Kannemann y Pedro Geromel vieron cómo se les venía un vendaval encima. Un tipo de equipo al que no estaban acostumbrados a enfrentar en la Copa Libertadores.

«Tenían un jugador como Cristiano Ronaldo que ha ganado cinco Balones de Oro. Todos los  jugadores del Real Madrid son excelentes», dijo el defensa argentino. «Tiene a los mejores jugadores del mundo», resumió Geromel.

Después de la hazaña de Corinthians, que en 2012 dio la sorpresa derrotando en la final al Chelsea por 1-0, llegaron los triunfos de Bayern Múnich (2013), Real Madrid (2014, 2016 y 2017) y Barcelona (2015).

Sudamérica había empezado con fuerza la nueva versión del Mundial de Clubes, ganando las dos primera ediciones del nuevo formato con Sao Paulo en 2005 e Internacional de Porto Alegre en 2006.

A esos dos triunfos junto al de Corinthians en 2012 se añade el que ganó este último en Brasil en 2000, en un primer intento de crear el Mundial.

El poder económico de los clubes europeos, con los beneficios que produce la Champions League y los derechos de televisión ha hecho que todas las estrellas sudamericanas refuercen a los clubes europeos, incluso en edad juvenil.

Ante esta situación, el equilibrio de fuerzas entre los clubes sudamericanos parece una quimera, y solo una hazaña circunstancial, como las logradas por Sao Paulo, Inter de Porto Alegre y Corinthians, puede permitir a Sudamérica ganar otro título.

La Conmebol había logrado mantener un buen nivel en la extinta Copa Intercontinental, ganando 22 títulos, frente a 21 de Europa, en las 43 ediciones disputadas entre 1960 y 2004.

 Globalización del fútbol 

Eso era antes de la llegada de la globalización en el fútbol y de que los clubes europeos comenzaran a llevarse a las estrellas sudamericanas, debilitando a los clubes de la Conmebol.

Para los equipos de Concacaf el objetivo es más modesto. En catorce ediciones disputadas, jamás han logrado alcanzar la final.

El Pachuca mexicano terminó en tercera posición en 2017, el mejor resultado de la región en el torneo, tras Necaxa (2000), Saprissa (2005) y Monterrey (2012).

Los equipos de la Concacaf inician su competición en cuartos de final.

Eso hace que lleguen un poco más cansados a la semifinal, cuando consiguen pasar.

Los equipos de Centroamérica lograron pasar a semifinales en nueve de las catorce ediciones y tienen el objetivo modesto de dar un paso adelante y llegar por fin a esa ansiada final que se les resiste.

La Concacaf, excluyendo a la débil Oceanía, es la única Confederación que no ha logrado meter nunca a un equipo en la final del Mundial de Clubes. África lo consiguió en dos ocasiones, con el Mazembe congoleño en 2010 y con el Raja Casablanca marroquí en 2013, mientras que Asia lo logró en 2016 con Kashima Antlers japonés.

Los equipos de la Conmebol y Concacaf están condenados a apelar a la épica en el futuro y esperar un partido equilibrado, para sorprender con algún contragolpe al potente equipo europeo de turno, como hicieron Sao Paulo, Inter de Porto Alegre y Corinthians.




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