Cuando nos reunimos con familia o amigos para comer, hay una parte de nuestro cerebro que se relaja y nos hace pensar que podemos comer de todo aquello que no incluímos en nuestra dieta.

Son hechos aislados que pueden considerarse como excepciones, pero haz un repaso mental de las salidas que tienes este mes. Seguro son más de las que crees. Para no alterar tu peso y poder mantener una alimentación saludable ten en cuenta las siguientes recomendaciones.

Empieza el día con un poco de ejercicio

Hacer ejercicio diario nos reporta numerosos beneficios pero, además según un estudio realizado en la Brigham Young University, realizar ejercicio por la mañana durante 45 minutos reduce nuestro apetito para el resto del día. Sin duda se trata de una forma saludable de llegar a la cena sin querer comer como si no hubiera un mañana.

Evita llegar a la cena con hambre

Una cosa es que no comas en exceso durante el día porque no tienes mucha hambre, y otra que reprimas las ganas de comer para compensar la ingesta que harás por la noche. Esto nunca funciona: si llegas a la cena con mucha hambre por no haber comido lo suficiente durante el día, lo más lógico es que cuando empieces por fin a comer no puedas parar. En ese caso acabarás comiendo mucho más de lo que pretendías, porque con hambre no hay quien se resista a una buena comida.

Come despacio

Lo normal es que la acumulación de platos sobre la mesa y las ganas de hablar con el resto nos hagan comer más deprisa de lo habitual. Por desgracia, comer demasiado rápido no es nada saludable y, además, nos lleva a comer más de lo que necesitamos. Degusta con calma cada bocado mientras hablas con el resto de comensales: es un placer añadido al acto social de comer en compañía.

Entrantes y postre: los grandes peligros

Son las partes más peligrosas de las comidas y las que tienen más calorías. Si de entrante hay picoteo, pon en tu plato lo que vas a comer para controlar mejor las cantidades. Si picoteas de distintos platos es más fácil que no sepas cuánto has comido y te pases.

Los postres son una explosión de calorías, pero resulta muy complicado no ceder ante el capricho dulce. Si no puedes resistirte, elige siempre un postre que contenga fruta.

Los platos principales

Evita aquellos que sean muy contundentes. La mejor opción son los que contengan alimentos cocinados al horno o a la plancha y sin salsas. Como guarnición elige siempre verduras a la plancha o una ensalada sin rebozados ni salsa.

Presta atención a la bebida

La bebida es uno de los grandes peligros y una forma de añadir calorías a la cena casi sin darnos cuenta. Puede que sea de las que consigue tomar un par de copas de vino durante la cena y parar ahí. En ese caso no olvides que cada copa añade unas 85 calorías a la cena. Los refrescos no son una alternativa a tener en cuenta. Piensa que cada refresco es una bomba de azúcar para tu organismo que no aporta ningún nutriente. Ante la duda, el agua es, indiscutiblemente, la mejor opción. Y tras la cena, cada vez está más de moda un gintonic como colofón. Solo con tomar uno ya habrás añadido 250 calorías extra a la cena, así que no es mala idea evitar esta copa final.

Compensa los excesos

Pasarte una noche con la comida no va a arruinar tu dieta, pero no está de más compensarlo cuanto antes. Un buen plan es volver a hacer ejercicio al día siguiente y ser prudentes con la comida, al menos ese día. Prueba a dar un largo paseo por tu ciudad y a tomar un pescado a la plancha y unas verduras al vapor. Tu cuerpo te lo agradecerá.




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