FIFA solicita mantener los criterios de elegibilidad para Tokio (Foto Archivo)

Uno de los principales desafíos en los próximos siete años será ceñirse a un modesto presupuesto, de 6.600 millones de euros anunciados por París-2024, cuando los gastos desmedidos es uno de los argumentos a los detractores de los Juegos Olímpicos.

De Londres-2012 a Atenas-2004, pasando por Sídney-2000, todos los presupuestos de las ciudades candidatas se dispararon para acabar duplicándose por dos, de media, entre las previsiones y la factura final.

Unos sobrecostes que alcanzaron su máximo apogeo en Pekín-2008, cuyo coste final ascendió a 32.000 millones de euros. «El mecanismo económico que explica este sobrecoste es la maldición del ganador de una subasta», asegura  Vladimir Andreff, economista del deporte en la Universidad de la Sorbona.

«La teoría demuestra que el que gana la subasta es aquel que es el más optimista y el más dispuesto a pujar hasta el final», precisa Andreff, uno de los tres expertos internacionales que ayudaron a la redacción del estudio de impacto solicitado por el Comité de Candidatura parisina. «Cuando hay muchas ciudades candidatas, el ganador cae en la trampa», añade.

Para seducir al COI, las candidatas tienden a estimar a la baja algunos costes, como Londres-2012 con la seguridad, y a excederse en los ingresos económicos.

 Infravalorar gastos 

«Los costes relacionados con la seguridad, el acondicionamiento (de las sedes) y de las infraestructuras temporales están quizás infravalorados», advirtió la comisión de evaluación del COI al estudiar el dosier parisino en julio. «Pero podrían compensarse con una eventual reducción de los gastos en otros ámbitos».

«Me parece muy difícil que en 2024 se esté por debajo de la factura de Atenas-2004 o de Londres-2012», es decir, alrededor de los 11 millones de euros, explicó Jean-Pascal Gayant, profesor de Ciencias Económicas en la Universidad de Le Mans.

La explosión de los costes registrada en las últimas ediciones fue, durante la campaña, uno de los grandes argumentos de los opositores a París-2024.

Desde la candidatura parisina se ha insistido en que el presupuesto era sostenible. Bernard Lapasset, copresidente de París-2024, estima que el proyecto está «a salvo de cualquier desvío financiero» puesto que el 95% (93% según el informe del COI) de las infraestructuras deportivas ya existen.

El presidente Emmanuel Macron insistió en Lausana en julio que el proyecto parisino es «extremadamente limitado» desde el punto de vista presupuestario.

El presupuesto del Comité de Organización (Cojo), que raramente se sobrepasa, es autofinanciado por los propios Juegos, ya que los gastos de 3.371 millones de euros previstos se compensarán con las aportaciones del COI (1.450 millones), los patrocinadores y la venta de boletos.

«Objetivo alcanzable», subrayó la Comisión de Evaluación del COI.

El dosier parisino tiene la ventaja de que solo tiene que construir tres grandes infraestructuras: la Villa Olímpica (la mayor inversión con 1.300 millones de euros), el Centro de Prensa y el Centro Acuático).

En total, el coste de las infraestructuras deportivas temporales, a las que se suma el acondicionamiento de accesibilidad para las personas disminuidas en el transporte, está evaluado en 3.000 millones, si no hay ningún grave problema en las obras.

La mitad de la factura la pagará el Estado (1.000 millones) y otras administraciones públicas (ayuntamientos y región), y el resto será sufragado por fondos privados.

Riesgo en las infraestructuras no deportivas 

«Estos costes de infraestructura y de transporte no deberían jamás incluirse en un presupuesto olímpico, como tampoco los de la Villa Olímpica (que puede ser revendida por el promotor que lo construye», estima  Jean-Loup Chappelet, director del Instituto de Altos Estudios en Administración Pública de la Universidad de Lausana.

Por otro lado, el dosier de la candidatura fue elaborado en base al programa olímpico de 2016 y desde entonces éste ha aumentado en disciplinas: surf, escalada, softball/béisbol, kárate y skateboard. Cinco disciplinas que, de mantenerse en 2024, necesitarán de sedes de competición, lo que aumentaría la factura.

«Los grandes sobrecostes observados en la historia ocurren en las infraestructuras no deportivas, como el caso de Atenas o de Barcelona (1992)», asegura Andreff, que advierte sobre el uso de los Juegos como acelerador del desarrollo del llamado Gran París. «Cuando se aceleran las inversiones, los costes son mayores».




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