Maryolga Linares no se resistió a la oferta. "Un kilo por 10 dólares y dos kilos por 15 dólares" se leía en la cartulina sobre las uvas importadas en un puesto de frutas instalado tradicionalmente en la avenida Paseo Cabriales de Valencia. Su familia es grande, así que aprovechó y se llevó dos kilos.
"En todos lados cuesta 10 dólares el kilo, aquí me estoy ahorrando cinco, que parece poco, pero ahorita es muy significativo".
La encargada del negocio veía el reloj con preocupación. "Es que ya son las 10:30 a.m. y solo he vendido cuatro cajas de uvas". El año pasado a la misma hora ya había concretado la venta de 15 cajas de ocho kilos cada una.
Por eso se ideó esa oferta, para tratar de captar a más clientes como Maryolga. Pero en la mayoría de los puestos de frutas de la Gran Valencia. Precio era el mismo: 10 dólares el kilo. Y no todos pudieron comprar lo necesario para cumplir con la tradición.
Aníbal Acosta fue al mercado de la Cebollera, ubicado en un el centro de la capital carabobeña, ahí hasta le dieron a probar las uvas porque es cliente frecuente, pero no compró. "No puedo darme ese lujo de gastar 10 dólares es esto".
Así que optó por comprar un kilo de mandarinas por el que pago 35 bolívares.
Otra alternativa la representan las uvas nacionales. En mercados como el munipal de Naguanagua las ofrecen en 100 bolívares el kilo, mientras que en otros puntos itinerantes las venden en 6,5 dólares.
"Pero no se venden mucho, la gente se queja del precio, el año pasado estaba en cuatro dólares y ahora en 6,5", dijo el encargado del negocio.
En todos los casos la situación era repetitiva: las ventas están mucho más bajas que el año pasado. "Yo creo que se ha movido 75% menos de las ventas. El año pasado traje 40 cajas para vender, hoy solo cuatro porque no me quise arriesgar y
Aún me queda más de la mitad", relató un comerciante de la zona norte de Valencia.
Una cena modesta
Las cenas de fin de año en los hogares carabobeños prescindirán, en muchos casos, de algún alimento. Maria Alejandra Núñez solo ofrecerá a su familia hallacas y ensalada de gallina.
"Si compraba para hacer asado o pernil, descompletaba para la comida de la semana". También compró pan canilla para acompañar el plato, pero espera que uno de sus sobrinos la sorprenda con un pan de jamón".
Sin apelar a la suerte
La ropa interior amarilla parece no ser prioridad este año. Ya nadie pregunta por la disponibilidad, modelos, tallas ni precios. Aún así, son piezas que se exhiben en negocios de lencería.
Antes era usual que muchas personas compraran estas prendas que están vinculadas con la buena suerte para el Año Nuevo. Pero ya no es lo mismo.
"Eso ya no se usa. Ni la amarilla ni la roja que solían comprar para ponerse los 31", dijo una vendedora en el Mercado Municipal de Naguanagua.
En ese lugar los precios de estas prendas varían entre 19 y 38 bolívares, "hemos hecho descuentos, pero nada que la gente compra".