Cuando el 4 de febrero de 1992, Hugo Chávez encabezaba el “golpe” contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, el vocabulario con el que arengaba a los escasos seguidores del fallido intento, evidenciaba cual era el matiz de aquella intentona.
A los pocos días de haber sido indultado por el entonces presidente Rafael Caldera, marchó a Cuba donde estrechó la mano del dictador Fidel Castro a quien expresaba cómo ansiaba tan esperado momento. No había duda, el “comediante eterno” se creía, se sentía, el “gendarme necesario”, como alguien identificaba al hegemónico dictador Juan Vicente Gómez, quien en su largo gobierno enterró a la Venezuela de entonces en el atraso más extremo que en país latinoamericano alguno existía.
El abrazo de Chávez al autócrata cubano, lo embelesó, y con ese arrebato, hizo dar a nuestro país un giro de 360 grados, para lograr que aquella nación que iba camino del progreso y de la modernización dejara atrás el amargo recuerdo del “Hombre de La Mulera”, como se llamó también, a quien se creía dueño de todo, para que de “Improntu”, la hundiera en la más atroz miseria en que parte alguna de Latinoamérica haya caído, donde su moneda, el bolívar, más fuerte que el dólar de los Estados Unidos, hoy ha pasado a ser una de las más débiles del Mundo, donde todo lo que progresaba, hoy ha pasado a ser retroceso, donde la escasez ha hincado sus filosas uñas, especialmente en los más pobres, donde la “arepa”, el pan de los venezolanos, usando una expresión nuestra, “cada día se pone más cuadrada”. Para colmo de males, dejó como “heredero de su trono” al menos apto para ocupar ese cargo, a quien sus colaboradores más cercanos: ministros y militares de alto rango, apenas dejan su oficio, expresan su inconformidad con quien ocupa el más alto rango, pese a que nunca lo ingresos que recibe han sido tan grandes como los que hoy llegan al Fisco Nacional.
Aunque echen la culpa a los disminuidos ingresos petroleros, si hubiesen sido bien administrados, aun con el precio más bajo que el barril del hidrocarburo haya tenido, distinto seria el escenario miserable como el que hoy sufrimos. Noruega, un pequeño país del Norte de Europa, no se confió de esos altos precios y “comenzó a ahorrar para el invierno”, como expresa el viejo consejo. Hoy ese país no sufre los “rigores de ese invierno” a diferencia del nuestro cuando el “difunto”, cual rey Midas, se dedicó a regalar en el exterior todo lo que no era suyo, sino del pueblo venezolano.
He ahí el resultado cuando el señor Chávez con su vociferante manera de gobernar, se dedicó a insultar a los Estados Unidos, nuestro primer cliente, y por ende a quien le vendíamos, no le regalábamos, como él empezó a hacer con Cuba, el fracasado modelo en el que tanto él, como el dócil vasallo de los Castro que hoy “comanda” nuestra deplorable economía, se han inspirado para convertir a este sacrificado pueblo en lo que jamás quiso hacer: morir de hambre, sin empleo, sin medicamentos y asimismo sin seguridad personal.
Cuba quiso ser una segunda “Unión Soviética”, y como ésta fracasó, la “Venezuela del Socialismo del siglo XXI”, quiso ser otra Cuba “castrista” y también fracasó. A pesar de la “Perestroika” (reestructuración) y “Glasnost” (transparencia) dos palabras con las que el entonces presidente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, como comunista al fin, quiso hallar la solución a los grandes problemas típicos de todo país “socialista”, tal como lo ha hecho el régimen cubano y como hoy pretende hacerlo aquí su vasallo “venezolano”, periódicamente crea nuevos términos tales como “patria soberana” y muchos otros, insulsos, demagógicos y carentes de verdad con los que solo pretende engañar a un pueblo que padece lo que nunca, por ingenuidad, creyó vendrían a colocarlo en el ultimo lugar de los pases de esta América Latina, victima de los atropellos de aquellos a quienes solo les importa sus bastardos intereses.
“La ignorancia de los pueblos es instrumento ciego de su propia destrucción”, dijo con visionaria filosofía e inteligencia, Simón Bolívar. Si en lugar de ver “telenovelas” y “comiquitas” para decir algo de lo mucho que hay que decir, quienes en 1998 votaron a Chávez (o por Chávez) como decimos los venezolanos, hubiesen leído “El capital” de Karl Marx o más sencillamente hubieran escuchado a miles y miles de los que abandonaban sus lugares de origen de la Europa del Este, mucho de ellos llegados a nuestro país, concretamente a “El Trompillo” (Güigüe), y de nuestra cercana Cuba, algunos desafiando los tiburones de su vecino mar “Caribe”, anhelando llegar a Miami, huyendo de la vorágine comunista que, convirtió la ex “perla del Caribe” en lo que, desgraciadamente hoy es nuestra patria Venezuela, no tendríamos la miseria, la escasez, y sobre todo, la inseguridad que ha convertido a este país en uno de los que más ha quedado en manos del hampa.
El Comunismo, que es la “píldora” que el difunto y sus seguidores nos quieren hacer tragar como remedio de nuestros males, ha sido todo lo contrario. Ser “comunista” como fue la URSS, hoy nuevamente llamada Rusia, es la mejor prueba de que tal sistema es y ha sido un fracaso. Las “colas” que hoy nosotros padecemos son las mismas que aun padece ese país, la “perestroika” creyó torpedear la ineficaz economía de planificación estatal, pero no se había creado un sistema de mercado capaz de relevar el fracasado método que todavía perdura en Cuba; en China, lo único realmente comunista son los símbolos que identifican el recuerdo del fundador MaoTse-Tung, pues en el país asiático las más importantes ciudades en nada se diferencian de las de Europa Occidental, donde los millonarios se dan el lujo de usar los vehículos más costosos; que fabrican los italianos. Solo queda Korea del Norte un país gobernado por fanáticos marxistas donde el pueblo muere de hambre mientras el gobierno gasta exorbitantes cantidades de dinero en producir armas, en tanto su vecino pro occidental, Korea del Sur, es uno de los más prósperos del Mundo, con una economía de mercado, donde la libre empresa es la norma.
Por eso decimos que el modelo comunista con el que los seguidores de Fidel Castro, han arruinado a Venezuela, solo beneficia a ellos, quienes “pegados de la ubre petrolera”, solo “halan la brasa para su sardina” cómo dice el viejo refrán, los demás que se “joroben”.
APOSTILLA: El odio es el método más eficaz que el ser humano tiene para perjudicarse así mismo, eso ha sido demostrado científicamente. Si los “acuerdos de paz” que gobierno y oposición quieren alcanzar, tienen matices de odio, jamás tendrán éxito. “Por mi ni un odio hijo mío, ni un odio que quepa en el pecho de un colibrí”, decía José Martí. El primer enemigo que este régimen tiene, es el mismo régimen, recordemos el odio que Hugo Chávez declaró contra Israel. ¿logró algo, para él y para Venezuela? Tampoco la Oposición lograría algo, odiando a su contrario a pesar del daño que en 17 años ha hecho al pueblo venezolano. Recordemos lo que decía Martí.