Cuántos Pilatos en esta Venezuela chavista

Estamos en Semana Santa y el tema es actual. En la década de los años treinta, o sea durante el mandato del emperador Tiberio, Poncio Pilato era gobernador de la provincia romana de Judea. En esos tiempos, según los evangelios, Jesús, apresado por un grupo de hombres armados bajo las órdenes del sumo sacerdote Caifás, fué llevado a la presencia de Pilato para que ordenara su ejecución ya que la pena capital solo podía ser aplicada por los romanos. Pues, a pesar de no hallarlo culpable de nada y frente al dramático dilema de condenar a  Jesús, un hombre completamente inocente, y de excarcelar a un conocido asesino de nombre Barrabás, Pilato  “se lavó las manos” para indicar que él no quería ser copartícipe de esa decisión tomada por la muchedumbre. Desde entonces el término “lavarse las manos” se ha convertido, por antonomasia, en sinónimo de aquellas personas que, por ignavia, por carencia de hombría, por miedo de asumir sus propias responsabilidades, evítan tomar decisiones tratando, de una manera completamente equivocada y antipatriótica, de estar bien con Dios y con el diablo.

Pues viendo lo que está sucediendo en este país, he llegado  a la triste conclusión de que en  esta Venezuela chavista hay muchísimos Pilatos…militares y civiles que, para seguir disfrutando de una serie de favores ilegales de los cuales  están disfrutando, para no incurrir en medidas represivas que un gobierno legal seguramente aplicaria, para seguir enriqueciéndose descaradamente o para no lograr salir del lavado cerebral del cual son víctimas, prefieren abstenerse de todo tipo de compromiso.

Son los Pilatos modernos que se lavan vergonzosamente las manos frente a cualquier tipo de compromiso, talmente pusilánimes e inmorales que lo único que hacen es tratar falsamente de buscar a quien echarle la culpa de lo que está sucediendo. Hay momentos en la vida  -  y ese es uno de ellos  -  en los cuales hablar y tomar una decisión clara y definida es una obligación, es un deber cívico, es un desafío moral, es un imperativo al cual nadie puede substraerse.

Martin Luther King, famoso pastor protestante norteamericano miserablemente asesinado en 1969, decía que él no le tenía miedo a la perversidad de las personas malas, deshonestas y corruptas, sino al silencio, a la ignavia y a la falta de responsabilidad de las personas neutrales, a esos Pilatos modernos que se lavan las manos frente a los miles de problemas del país! Sabias palabras!

Desde Italia – Paolo Montanari Tigri

 

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente la posición de El Carabobeño sobre el tema en cuestión.

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