En menos de un mes, Cuba ha observado con recelo cómo el escenario de renovada tensión que viven sus relaciones con EE.UU. potencialmente puede empeorar con la designación de Mike Pompeo como secretario de Estado y ahora, del ultraconservador John Bolton como asesor de seguridad nacional.

Bolton es un viejo conocido de Cuba, donde no olvidan que en 2002 el entonces subsecretario de Estado para el control de armas -con George W. Bush en la Casa Blanca- acusó a La Habana de poseer un programa de armas biológicas de destrucción masiva y compartir sus conocimientos con países del «Eje del mal».

Ese episodio, poco menos que una declaración de guerra, lo resaltan hoy, a toda página, sendos artículos en los diarios oficiales Granma y Juventud Rebelde que desglosan el pasado de un halcón cuyo renovado poder en Washington puede poner aún más en jaque el casi paralizado deshielo con el país vecino.

«Los lazos de este personaje con la ultraderecha de origen cubano de la Florida son conocidos, así como su historial de provocaciones y agresiones contra la mayor de las Antillas», dice la nota de Granma, que defiende que 16 años después de aquella denuncia sin pruebas, las únicas armas biológicas que existen en Cuba son las diseñadas para combatir enfermedades.

Aquel capítulo desembocó en un viaje del expresidente Jimmy Carter a La Habana, donde visitó el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología y descartó las acusaciones de Bolton.

El nombramiento del funcionario, con con un pasado muy oscuro en relación con Cuba y América Latina, ocurre en momentos en que las relaciones bilaterales entre Cuba y EE.UU. muestran signos evidentes de retroceso, subraya el diario, órgano oficial del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC, único legal).

«Asimismo, llega en medio de una nueva campaña contra Cuba en la que se han utilizado pretextos y pruebas sin evidencias científicas para justificar medidas unilaterales que afectan cientos de miles de personas en uno y otro lado del Estrecho de la Florida y entorpecen el intercambio en temas de interés mutuo», afirma.

Esos pretextos son los misteriosos problemas de salud sufridos por diplomáticos estadounidenses en La Habana, que aún no han sido aclarados y provocaron que EE.UU. evacuara a la mayor parte de su personal en la isla, lo que ha dejado la Embajada prácticamente paralizada y sin poder emitir visados.

Cuba mantiene que ni orquestó ni permitió esos supuestos ataques, de cuya veracidad duda: el gobierno de Raúl Castro cree que los incidentes fueron una excusa del presidente Donald Trump para dar el golpe de gracia al acercamiento iniciado en 2014 por su antecesor, Barack Obama.

El artículo de Juventud Rebelde es más duro y sentencia que tras los nombramientos de Pompeo y Bolton en puestos clave para la diplomacia estadounidense, se puede hablar de un gabinete de guerra.

«Una bomba-Bolton de tiempo cuchichea al oído de Trump», se titula el escrito, que anticipa un escenario apocalíptico y asegura que con el regreso de Bolton sumado a la llegada de otro reconocido halcón como Pompeo al frente de la política exterior del país vecino, pueden estar abriéndose las puertas del infierno.

Pompeo llega al cargo directamente desde el puesto de director de la poderosa CIA, que fue la némesis de Cuba durante las décadas de Guerra Fría que marcaron los momentos de mayor tensión entre los dos países.

A la agencia de inteligencia estadounidense le atribuye La Habana centenares de intentos de asesinar al entonces presidente Fidel Castro (fallecido en 2016), para desestabilizar y derrocar el sistema comunista del país caribeño.

Además, los dos halcones llegan a sus puestos clave a tres semanas de la VIII Cumbre de las Américas, la cita que reunirá a todos los mandatarios de la región en un momento marcado por la crisis en Venezuela, principal aliado político y económico de Cuba en el continente.

La decisión de Perú, como anfitrión, de excluir de la reunión al presidente Nicolás Maduro, ha sido protestada por La Habana, que ve tras el gesto la mano de Washington y reprocha que Latinoamérica se pliegue a los dictados del imperialismo.

Es, asimismo, una polémica a la que no escapa el propio país caribeño, ya que en las últimas semanas han ido en aumento las voces que piden también la exclusión de Cuba tras su histórico debut en Panamá en 2015, aunque en la isla todo apunta a que el Gobierno cubano quiere acudir, y al máximo nivel.

El país fue suspendido de la OEA -organizadora de estas cumbres- en 1962, tras el triunfo de la revolución liderada por Castro, y aunque en 2009 los países del bloque acordaron levantar el veto a Cuba, la isla ha descartado hasta ahora regresar al organismo.




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