La noche del lunes todo estaba claro. El grupo de vecinos que protestaba en el conjunto residencial Los Parques, al sur de Valencia, sabía muy bien lo que hacía: manifestar su rechazo ante las políticas del Gobierno Nicolás Maduro. Cacerolas y consignas acompañaban la jornada en la que quemaban cauchos en la entrada de la urbanización hasta que a las 10:30 p.m. funcionarios de la Policía de Carabobo iniciaron la represión que dejó como saldo la muerte por arma de fuego de Daniel Queliz.

El joven de 20 años protestaba. Solo eso. Cuando los uniformados del comando ubicado al lado de las residencias comenzaron el operativo. Primero eran solo bombas lacrimógenas, después se escucharon detonaciones. «Esos policías son nuestros vecinos y arremetieron en nuestra contra», expresó consternada Yelitza Pérez.

Fue un momento de confusión. Vieron al estudiante de tercer año de derecho en la Universidad Arturo Michelena caer al pavimento. Hubo gritos. Desesperación. Vieron la herida en el cuello de Queliz y le pidieron a los funcionarios que los dejaran salir. «Quitamos los escombros y salimos. Pero el muchacho llegó sin signos vitales al Hospital Central».

No fue un enfrentamiento. Eso también lo tienen claro en Los Parques. «Aquí todos nos estábamos defendiendo, lanzamos piedras pero recibimos bombas y tiros».

El papá de la víctima, Alexander Queliz, se encontraba desde temprano en la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalistica (Cicpc), en Los Caobos, a un kilómetro del lugar de los hechos. Él solo pedía a las autoridades que determinen de dónde salió el proyectil que asesinó a su hijo. «Hay muchos testigos», aseguró y calificó el suceso como un acto terrorista. «No se puede criminalizar la protesta porque es un derecho constitucional».

EL DÍA DESPUÉS

Fue una mañana triste. Lágrimas, indignación e impotencia. Eso reflejaban las caras y palabras de los vecinos de Los Parques. Yudelsy Pulido no paraba de llorar. Ella insistía en que la víctima era un joven estudiante y trabajador. «No era un delincuente. No queremos que digan de él cosas que no son».

Frennis Cerbo, habitante del lugar, relató que desde las 8:00 p.m. varios niños comenzaron a cacerolear y la comunidad entera se animó a unirse. «Estábamos dentro del conjunto, detrás del portón. Todos en calma. Pero la Policía nos agredió».




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