La gran virtud de un sistema de libre mercado es que al mercado no le importa el color de la gente; no le importa cuál sea su religión; solo le importa si puede producir algo que usted desea. Es el sistema más efectivo que hemos descubierto para permitir que las personas que se odian cooperen y se ayuden entre sí”

Milton Friedman.

Los ocho primeros meses de este año han trascurrido de la mano de aquella frase que resume la pobreza del lenguaje, que es el indicador de la pobreza del espíritu y la gnosis esta trampa del logo en su pobreza y simplicidad se circunscribe al estribillo que reza: “Venezuela se está arreglando”, misma que es incompatible con la racionalidad más elemental pero se constituye en un elemento poderoso que este régimen instrumentaliza para sacarle provecho a un rebote en la actividad económica de la mano de una externalidad positiva que lleva a pensar a la población atribulada a que en efecto existe un amago de recuperación en medio de la peor crisis de la historia republicana nacional.

La gran lección de agosto teñido de negro se evidencia en la limitación de las políticas monetarias, mismas que se han acotado a la imposición de una fluctuación sucia impuesta desde el Banco Central de Venezuela, esta práctica se limita a la mera inyección de divisas a la economía para mantener artificialmente controlado el tipo de cambio, evitando así la corrección de los precios por el efecto de la depreciación monetaria. Sólo en la semana del 22 de agosto al 226 de agosto la depreciación se ubicó en 35% y en lo que se refiere al mes entero la misma es superior al 55%, la causa es la misma la emisión irresponsable de dinero, el financiamiento a un déficit fiscal producto de una deuda impagable de aproximadamente 90.000 millones de dólares estimada a finales de año, un valor 190% mayor que el PIB real de la república y desde luego el uso con fines deficitarios del músculo del órgano emisor quien sigue financiando a PDVSA.

Para muchos seducidos por intereses crematísticos, la recuperación económica esta imbricada, con la recuperación de los precios del combustible, dada la externalidad de la guerra en Europa Oriental, que para nuestros fines se troca en un asunto positivo, pero no se detienen a pensar en las implicaciones contractivas de la capacidad de producción de nuestra industria petrolera local, de 700 mil barriles pasamos a producir 629 mil barriles y de acuerdo a cifras extraoficiales la producción se haya mermada hasta los 400 mil barriles, con lo cual el régimen no goza de facilidades de financiamiento, más allá que la emisión virtual de moneda, una liquidez que se ha incrementado en 11 mil millones de bolívares tras el pago parcial e incompleto de pasivos laborales y el pago a proveedores en bolívares, la emisión de bolívares tiene y debe de estar sincronizada con la emisión de dólares de lo contrario la burbuja estallaría y justamente eso fue lo que ocurrió en este agosto negro, mes en el cual se incorporaron a la jerga de la posverdad los términos de guerra económica, sabotaje cambiario y especulación criminal, para un régimen connaturalmente fascista la responsabilidad siempre es de un tercero.

El fantasma de la inflación recorre las calles de esta nación saqueada y en expolio continuo, la criminalización del acto comercial también revive aquella época fatídica de la escasez, las colas y el racionamiento, nunca más las tesis de Von Mises estuvieron tan claras, el socialismo es incompatible con el cálculo económico, este régimen no ha revertido nada y para nada los errores cometidos, seguimos sin política monetaria y en medio de un colapso fiscal, el aporte del petróleo es cada vez menor y el espectáculo de un presidente del Banco Central, mostrando cual bachiller tembloroso las cifras sacadas con pinzas de la actividad económica le imprime mayor grado de drama a esta comedia bufa o sociedad del espectáculo que se divierte hasta morir.

Las intervenciones del Banco Central de Venezuela cada vez más agresivas en monto y valor, demuestran que son cada vez más inocuas para controlar la estampida cambiaria, dejando claro que esta practica es absolutamente inviable, costosa y además limitada, el volumen de las intervenciones hasta ahora treinta y cinco, hasta la fecha presentan un valor de 3500 millones de dólares, casi el 70% de las reservas operativas liquidas de la República.

Finalmente a la fecha de publicación de esta columna, solo queda decir que esto se advirtió y con tiempo, que las voces serias de este fardo sangrante que es hoy en día Venezuela hablaron, ´pero la conciencia nacional se diluye en un eterno espectáculo, en una distopia lúdica insoportable con la razón y que reside en la pobreza del alma y el espíritu, teniendo como indicador a la pobreza del lenguaje, estimar en estos momentos es un acto de irresponsabilidad, pues desde luego el cálculo del tipo de cambio de equilibrio es un mero guarismo, pero en realidad ¿ puede este país tolerar un tipo de cambio de equilibrio, manteniendo ceteris paribus, las condiciones salariales y del ingreso familiar?, ¿ tendremos en la dolarización algún alivio, para paliar esta situación horrida?, las respuestas a estas interrogantes so pena de caer en desgracia , ante algunos colegas es un rotundo no, este país empobrecido hasta los tuétanos, destruido en su tramado social, no puede sortear un tipo de cambio de equilibrio y el régimen no aceptaría jamás perder los grados de autonomía que le confieren echar mano de la masa monetaria, agosto revive el pasado, hunde el dedo en el queloide de 47 meses en hiperinflación y nos recuerda que podemos volver a esa antinomia y a cualquier otra, los fantasmas de la escasez, la virulencia y criminalización del comercio y la escasez están absolutamente vigentes, en tal sentido no podemos predecir hacia donde vamos, pues no sabemos en donde estamos, la econometría permite estimar con datos, pero no es una ciencia oscura que emana de los vapores del Parnaso y convierte a los economistas en sibilas pitonisas que adivinan el futuro, si no se enmiendan los errores del pasado repetiremos los mismos resultados.

Los gobiernos nunca aprenden; solo las personas aprenden”

Friedman Milton.




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