«El principal obstáculo a la unidad de la oposición lo imponen quienes aún no advierten la inmensa, la descomunal gravedad del mal que enfrentamos y sirven consciente o inconscientemente a su propagación y consolidación. Es tal su soberbia, miopía e ignorancia, que se creen cartas seguras de un futuro eventual.….”
Antonio Sánchez García

Una vez más tomamos la máxima de André Gide – “Todo ya se ha dicho, pero como nadie escucha hay que decirlo de nuevo” – en virtud a lo perentorio del asunto. Recientemente lo recalcaba – palabras más palabras menos- Marlon Diaz, nuestro comprometido y tenaz Presidente de la FCU de la Universidad de Carabobo: » Sin unidad será imposible alcanzar los objetivos libertarios que nos hemos trazado».
En opinión de varios acuciosos de estos asuntos, los criterios de UNIDAD, o imposibilidad de dividirse, y de UNICIDAD, o imposibilidad de fusionarse, definirían al individuo, al ser humano (principio de individualidad). Aunque parezca ilógico, cuando se dice que la unión hace la fuerza, algo de cierto tiene, pero… ¿si es bruta la fuerza de que sirve, cómo se aprovechará? Hay entonces diferencia entre lo que es una simple unión y lo que se debe entender por unidad.

¿Qué se debe entender por unidad?
Un todo, unicidad, indivisibilidad, inquebrantable, algo fusionado, incrustado, así como los huesos que conforman el cuerpo humano, cada cual con su función, aunque en diferente posición y con diferente utilidad, pero caminan juntos, un pie no le puede decir al otro pie anda tú, yo no quiero ir; así no funciona el andar, aunque sea una muleta necesita el uno para que con la simulación por lo menos se estimule el otro al andar.

El problema es que muchas veces confundimos lo que es “unión” con “unidad”. Esto es algo muy diferente: unión es el acto de estar varios juntos, no necesariamente de acuerdo, no necesariamente sinceros, no todos contentos, algunos por conveniencia, otros por atavismos, otros por la curiosidad de oír; algunos por la esperanza del cambio, otros de muy buena voluntad, hay quienes que lo hacen por mera convicción, en fin, hasta allí puede haber unión, más nunca: unidad.

Los procesos de unidad que han conducido a grandes logros se sustentaron en grandes sacrificios. En tales procesos no se plantearon la caída en la absoluta decadencia y tampoco el fortalecimiento total por separado, sino por la instalación de objetivos programados con una agenda clara, bien definida y que incorporó la participación de todos los sectores para alcanzar un objetivo mayor. De estos procesos tenemos referencias locales, nacionales y mundiales que podrían ser revisadas como ejemplo.

Hoy, en nuestro país, no son válidas las experiencias pasadas y presente, sólo deben ser revisadas para no caer en los múltiples errores cometidos de forma continuada y voluntaria por las direcciones de los partidos. Es una llamada de atención que hace una preocupada sociedad y es lo que espera, que nunca se vuelvan a practicar.
No se trata de reverenciar el pasado, pero tampoco de satanizarlo; simplemente, debe prevalecer la conciencia y análisis de los errores cometidos en la actuación política durante esta vilipendiada trayectoria.

El primero de todos, y hay consenso general al respecto, es no haber estado más unidos, no haber trabajado los partidos más estrechamente ligados entre sí, no haber sido capaces de traducir esta alianza de partidos democráticos, en una dirección política única para constituir en la práctica una sola fuerza dirigente de la recuperación del país.

Así como ayer con la MUD se logró un rotundo triunfo en las elecciones parlamentarias, hoy con el FRENTE AMPLIO se hace imperativo e ineludible, buscar con ahínco nuevas formas que permitan elevar la UNIDAD a nuevos niveles de consenso en la acción, de mayor racionalidad y eficiencia práctica.

Pero, por otro lado, démosle un reposo a la catarsis o al juego favorito de algunos, que no es otro que despotricar de los partidos o de sus dirigentes; que no valoran el enorme esfuerzo que éstos han hecho por superar, en la práctica, errores del pasado. La unidad alcanzada es la mejor autocrítica y la demostración de que no se quiere tropezar dos veces con la misma piedra. Resulta incomprensible e inaceptable la actitud impropia de estas personas que pretenden erigirse por encima de las negociaciones, las reglas y los acuerdos; considerándose, con su actitud prepotente y fuera de lugar con derecho a poner en riesgo lo logrado.

Ahora bien, la ciudadanía espera tan sólo que se imponga la sensatez, que se ponga en ejecución esa estrategia política que enfoque debidamente la realidad bajo la cual se encuentran sus ejecutorias y la caída de la popularidad del régimen, el cual se aferra a promesas que no puede cumplir o a la imposición por la violencia y el terror como régimen dictatorial que es.

La profunda crisis que nos afecta sólo podrá ser resuelta por el avance de la sociedad civil, y de los partidos políticos realmente ligados a ella, y por supuesto, sin la manipulación de oportunistas que siente llegado su momento.

Para consolidar la fuerza necesaria para alcanzar el logro libertario, resulta imprescindible el avance en la unidad social de todos: partidos políticos, movimientos sociales, organizaciones comunitarias, ONG’S, sindicatos, gremios, movimientos estudiantiles, de derechos humanos, juveniles, culturales y religiosas en torno a un solo objetivo: sacar a nuestra Nación de este lamentable marasmo, pero generando la confianza, factor definitivo para lograr tan ansiado objetivo, tal como lo expresase el irlandés Edmund Burke… “Ningún grupo puede actuar con eficacia si falta el concierto; ningún grupo puede actuar en concierto si falta la confianza; ningún grupo puede actuar con confianza si no se halla ligado por opiniones comunes, afectos comunes, intereses comunes”.

Manuel Barreto Hernaiz




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