Dayrí Blanco
Las vacunas no son suficientes. No alcanzan para la cantidad de personas que hacen cola en las puertas de los pocos centros de salud pública de Carabobo con inventario de las dosis que previenen la difteria. 12 horas ya contaba Randon Azuaje afuera del ambulatorio Dr. Miguel Franco de Naguanagua cuando personal del lugar les comunicó a las más de 700 personas que se habían acabado las vacunas.
A las 3:00 a.m. llegó él con un grupo de compañeros de clases de la Universidad de Carabobo. Todos están preocupados. “Yo no me quiero morir, ninguno se quiere morir por la enfermedad esa”, expresó al señalar a su alrededor. La mayoría tenía tapaboca como medida de precaución.
A las 10:00 a.m. comenzaron a vacunar. Ya desde las 11:00 p.m. del martes se habían organizado con listas por orden de llegada quienes pernoctaron en el sitio. El proceso es lento. A las 11:00 a.m. un funcionario de Insalud les comunicó que contaban con mil 50 dosis, pero a las 3:00 p.m., cuando solo habían sido atendidas 263 personas, dijeron que ya no había más.
Libia Velásquez llegó a las 5:00 a.m. y es la número 872 en la cola. Ella, como todos, están negados a irse del lugar hasta lograr ser vacunados. “Esto es una burla. Dicen que ya están cansados, que no hay personal y que cierran a las 4:00 p.m.”. Por la presión de quienes esperaban se acordó seguir atendiendo hasta las 6:00 p.m.
La situación se repite en ambulatorios como La Isabelica y el de Libertador, que son los únicos donde hoy hubo vacunación de la toxoide diftérica. Muchas personas, en grupos familiares han recorrido desde comienzos de la semana varios centros de salud como el de El Trigal, Padre Alfonso, y San Diego, sin éxito.