Beatriz Perdomo fue con su esposo a votar. Por más de dos décadas lo han hecho juntos en el Inces de Los Colorados, en la parroquia San José de Valencia, donde varias personas no pudieron participar en el proceso electoral porque no aparecían en el sistema.
El ambiente en el lugar era de total confusión. A ella, la máquina captahuellas no le reconocía su identidad. «Pero yo insistí y les dije que tenía que votar. Me revisaron por la cédula y me dejaron pasar. Pero ví a muchos que se fueron sin votar».
Su esposo, recién operado de cáncer de próstata, tuvo que subir cinco pisos para ir a la mesa que le dijeron que le correspondía, pero después lo hicieron bajar porque se habían equivocado con la información que le dieron.
Leonardo Ballesteros quería votar por un candidato a la gobernación y a la alcaldía por una opción de otro partido político y no pudo. «Pedí que me explicarán y el representante del CNE me dijo que debía votar entubado».
Él alertó que los testigos estaban «dándole órdenes» a los coordinadores del centro.
A esto se suma que la máquina de una de las mesas estaba sin carga en la batería, por lo que a las 9:00 a.m. aún estaba sin abrir.
