El desbordamiento del 25 de agosto ha sido uno de los que ha causado más afectaciones este año. (Foto cortesía)

Cuando José Seco se despertó, ya era demasiado tarde. El reloj marcaba las 4:00 a.m. del miércoles 2 de septiembre y fueron los gritos de sus vecinos lo que le hizo abrir los ojos. “Se salió el canal”, escuchó y al poner los pies en el piso se dio cuenta de que el agua había entrado a su casa luego de varias horas de lluvia.

No es la primera vez que esto ocurre, sino la segunda en menos de ocho días y la cuarta en lo que va de año. José vive en la parte baja de Trapichito, una comunidad de la parroquia Miguel Peña, al sur de Valencia, y es parte de las dos mil 500 familias que se ven afectadas durante cada temporada de lluvia por el desbordamiento del canal que pasa por la parte alta.

Es padre de tres niños y uno de ellos, el de año y medio, padece de hidrocefalia. Debido a que no tiene ventilador para evitar el calor, pasó el colchón en el que se acuestan sus hijos a la sala, a donde entra un poco de aire fresco. Fue a las 2:00 a.m., antes de que su casa se anegara, cuando finalmente pudo acostarse a dormir. La lluvia persistía desde la noche del martes 1° de septiembre.

“No esperábamos que se metiera el agua. A esa hora nos quedamos dormidos porque a veces las noches con un niño especial son largas”, dijo. Con las anegaciones anteriores ya se le había dañado el closet y parte de la ropa. Pero en esta ocasión también se mojó el colchón de los niños. “Realmente ya estaban casi flotando”.

Como cabeza de familia, para José es duro vivir con la incertidumbre y la zozobra de que en cualquier momento, cuando llueve, su casa se puede inundar. Detalló que se le hace frustrante tener que poner sus enseres siempre en alto para evitar que el agua los alcance y puedan dañarse o, peor aún, que ocurra algún incidente con la electricidad.

El 27 de agosto la Alcaldía de Valencia anunció que desplegó un «equipo multidisciplinario» para atender el desbordamiento del canal en Trapichito. Menos de una semana después, se volvió a desbordar. (Foto cortesía)

“Es muy duro. No solo porque se inunda, sino porque el agua que entra es muy sucia  y trae infecciones, enfermedades”, señaló. “Entonces, sumado a la condición que uno tiene con la falta de medicamentos, alimentos, de atención por parte del gobierno, la preocupación cada vez aumenta más y más”.

Explicó que no recibe ningún tipo de apoyo gubernamental por la condición de su hijo y conseguir una válvula que necesita no se le hace fácil por lo costosas que son. “Pero bueno, gracias a Dios ese tema ya está bastante superado”. Ahora, con el inicio del invierno, las inundaciones encabezan su lista de preocupaciones.

“El gobierno, la Alcaldía de Valencia y la Gobernación de Carabobo a veces hacen acto de presencia, pero solo queda allí. No muestran solución, simplemente vienen a limpiar el canal y sigue lo mismo”, denunció. “No sé cuántas veces más vamos a tener que inundarnos para que puedan darnos una solución”.

Un problema de larga data

César Heredia, habitante de la comunidad y activista político, expuso que se trata de un problema que los ha afectado año tras año, desde 2012, “por falta de un trabajo serio de ingeniería en el canal”. Tres gestiones de la Alcaldía de Valencia han pasado y ninguna termina de solucionarlo. No lo hizo la de Edgardo Parra, ni la de Miguel Cocchiola, tampoco lo ha hecho la de Alejandro Marvez, que finaliza el año que viene.

Según Heredia, el canal necesita mucho más que una simple jornada de limpieza y desmalezamiento, ya que tiene acumulados más de cuatro metros de sedimentos, lo que ocasiona que el agua se desborde rápido cuando llueve. Sostuvo que se requiere una nueva canalización y profundización, que también se conoce como dragado. “Todas las autoridades tienen conocimiento de esto”.

Caños y cloacas desembocan en el canal. (Foto cortesía)

Además de la acumulación de sedimentos, aseguró, en los últimos ocho años la parroquia Miguel Peña y el municipio Valencia en general han tenido un crecimiento desproporcionado en cuanto al asentamiento y construcción de las denominadas invasiones (caseríos informales), por lo que han sido conectados caños y cloacas a este canal de Trapichito, agudizando la situación que afecta a las manzanas A, O, C, Bendición de Dios y 24 de Junio.

A su juicio, el programa de mantenimiento de canales que tiene la actual gestión de la alcaldía es insuficiente. “Lo que ocurre es que después que nos inundamos, mandan a una cuadrilla a levantar las alcantarillas, dejan la basura afuera, limpian las puntas del puente, le quitan la  maleza al canal y lo dejan así. Cuando vuelve a llover, nos volvemos a inundar”.

Heredia agregó que este miércoles 2 de septiembre el presidente de la  Fundación para el Mejoramiento Industrial y Sanitario de Valencia (Funval), Alberto Mendoza, estuvo en la comunidad. “Lo que hizo fue decirnos lo que ya los vecinos sabemos. Cuando le preguntamos que cuál sería la solución, no nos dio respuesta, se montó en su camioneta y se fue”.

Insistió en que la alcaldía y Funval ya tienen conocimiento del trabajo que requiere el canal y que no lo hacen por falta de voluntad para aprobar los recursos y, finalmente, dar una respuesta definitiva al problema que afecta a dos mil 500 familias, como la suya y la de José Seco.

El 25 de agosto se inundó el comedor Alimenta la Solidaridad Carabobo, en Trapichito, donde atienden a 60 niños y 20 adultos en situación de vulnerabilidad. (Foto cortesía)



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