No se trata solo de cortar las ramas que están más visibles. Las labores de poda ameritan cumplir con criterios técnicos que desconocen los trabajadores de las cuadrillas desplegadas en Valencia y el resultado no es otro que la destrucción de los árboles de la ciudad.
Es una situación que se presenta, sobre todo, en la parroquia San José, donde existe el 90 % de la cobertura vegetal importante de la capital carabobeña, según alertó la bióloga y representante de la organización Eco Ciudad Valencia, Esmeralda Mujica.
El problema es que quienes ejecutan estos trabajos no saben cómo y dónde hacerlo. “Si se corta una rama que da hacia un lado, como a la vía, hay que darle estabilidad al árbol del otro lado, es decir, si se poda hacia al norte hay que podar hacia la parte sur”, de lo contrario, cuando llueve se carga de peso de manera desequilibrada y se cae.
También hay que tomar en cuenta que la poda se tiene que hacer en un ángulo de 45 grados y del lado del nudo, que es donde nacen las ramas. Además, no se debe obviar que no todos los árboles tienes las mismas características.
“Hay algunos que tienen la madera muy frágil y, si le cortan las ramas laterales, siguen creciendo hacia arriba, se vuelven muy inestables, eso los afecta y se caen”. Es algo que ya ha ocurrido recientemente en zonas como en la calle Los Colegios.
Sin capacitación para la poda
El problema es complejo. Mujica recordó que existen normas establecidas en la Ordenanza de Calidad de Vida de Valencia y que también estaban contempladas en la Ley Forestal. “Hay instrumentos legales que dicen cómo se deben hacer estas labores de poda”.
A esto se suma que hay un grupo de árboles como los caobos, pardillos y mijaos que son especies amenazadas, y debe ser el ministerio el que debe dar los permisos para su poda porque hay algunos más longevos que otros, por ejemplo, no es lo mismo cortar las ramas de un araguaney que la de un samán.
“Si se hace una mala poda y se le deja una herida al árbol sin protección, como un cicatrizante para que no entren plagas, hongos y bacterias, o se dejan ramas secas que lo debilitan, el daño que se le hace es irreparable”.
Por eso la especialista insistió en que se debe capacitar al personal, sobre todo a los motosierristas, tal como se hacía antes cuando se contaba con un equipo especializado. “Yo no me estoy oponiendo a una gestión, solo estoy preocupada porque no lo están haciendo bien, y somos los ciudadanos quienes vamos a pagar las consecuencias”.
No a una ciudad sin árboles
Otro factor que revela el desconocimiento en la materia es que la alternativa que se toma en muchas oportunidades es la tala de árboles sin necesidad de hacerlo. Tal es el caso de varios chaguaramos ante el riesgo de que sus ramas caigan sobre los vehículos.
“Es cierto que pueden partir parabrisas, pero por eso no hay que talarlos sino hacer un plan de mantenimiento para sacar las ramas secas”.
A esto se suma que se debe hacer un diagnóstico en la parroquia San José con lista de prioridades respecto a árboles secos, enfermos, con ramas que se deban podar, todo con la finalidad de preservar el arbolado porque no se puede tener una ciudad sin vegetación. “Lo que hay es ignorancia en el tema, desconocimiento y falta de voluntad para capacitar al personal desplegado en las calles”.