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El incremento ha sido notable, según asociaciones civiles que se dedican a la atención de familias en condiciones de vida precarias. En 2019 la desnutrición en Monagas alcanzó 35 %, es decir, en un año el incremento ha sido de 28 puntos porcentuales. En el Hospital Central, de acuerdo con fuentes internas, han muerto 10 niños en menos de dos meses, y en comunidades vulnerables resuelven sustituyendo la proteína por frutas como la lechosa o por verduras.

Maturín. Son las 11:00 de la mañana. En la casa de la familia Martínez se acerca la hora del almuerzo y procurar la comida se ha vuelto una preocupación desde que los ingresos alcanzan solo para una semana y media. Con el sueldo de Germán (el padre de familia) solo pudieron comprar una harina de maíz y medio kilo de queso. Ya no hay nada en la nevera, pero hambre sí hay. Ahora les toca comer lechosa guisada.

Los nombres usados para este trabajo no corresponden a los reales de los involucrados, fueron cambiados por petición de los mismos.

La familia Martínez está integrada por cuatro miembros, una niña de 12 años de edad, un niño de 14 años y Germán y Eliana (los padres). Viven en el sector El Cementerio de la parroquia La Cruz, una de las comunidades catalogadas como vulnerables en Maturín. Visitar este sector es conocer de cerca la pobreza, niños descalzos en las calles y padres rebuscándose con trabajos de medio tiempo para garantizar la comida en la casa. Pero nada es suficiente. La realidad golpea, “no alcanza para comer”, es una frase dicha al unísono.

En las casas de El Cementerio la parte trasera es amplia, perfecta para sembrar, así es que los vecinos han podido sortear los tiempos difíciles, sembrando verduras y árboles frutales. En pocas oportunidades la familia Martínez tiene dinero para comprar un kilo de carne, que tenía un costo de 5.800.000 bolívares para el momento de publicación de esta nota. Ante la falta de dinero, resolver con conucos es la única opción.

“En la mata hay lechosas”, grita Darlis, la niña de 12 años. El almuerzo ha sido resuelto, se come lo que hay. Eliana se dispone a recoger los pocos aliños de su siembra, se le ha ocurrido guisar la lechosa como si se tratara de un pedazo de carne o pollo. Mientras tanto, Darlis y Gerson (niño de 14 años) se disponen a picar la lechosa verde en cuadritos. Están contentos, hoy tendrán para comer y añaden que será “algo diferente”.

Es la segunda vez que la familia prepara este menú. Por lo general suelen comer yuca con frijoles o frijoles solos, todo sembrado por ellos mismos. Los niños comentan que ya están cansados de comer lo mismo. Siempre esperan la cena con ansias los días cuando el padre cobra la quincena porque pueden comer arepas con queso, algo diferente a los granos de todos los días.

A pesar de que el El Cementerio ha sido también calificado por el gobierno regional como sector vulnerable, no disfruta de lo que el Estado define como “beneficios”. La caja Clap no llega regularmente, y cuando la reciben no tiene proteínas. Son pocas las veces que pueden comprar huevos, carne o pollo a precio solidario.

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