El concurso de K-pop de Latinoamérica cumple este sábado en Buenos Aires una década en una región que, pese a sus marcadas raíces musicales latinas, cada vez se abre más al fenómeno surcoreano por su llamativa estética y sus atractivas coreografías.

La competición, organizada por el Centro Cultural Coreano de Argentina, reúne a participantes argentinos, así como de Brasil, Ecuador, Chile, Venezuela, Colombia y México, territorios en los que, poco a poco, la influencia de este género musical ha ido cobrando fuerza.

A pesar de que el concurso admite inscripciones de personas de cualquier edad a partir de los 14 años, todos sus participantes son adolescentes, lo que da una idea del segmento de población en el que este género musical asiático ha calado más.

Barquisimeto, del estado Lara, Venezuela, es la cuna del movimiento cultural surcoreano, y Guaros K-Dance lo lidera y lo representa. (Cortesía)

El K-pop, abreviatura de «korean popular music», es un éxito en Asia desde hace tiempo, pero su «boom» en occidente no se dio hasta que el rapero PSY (Park Sae-yang) publicase su «Gagnam Style», un tema que amasó miles de millones de visualizaciones en Youtube y cuyo baile se hizo internacional.

El bailarín brasileño Bruno Ximenes, que concursa con el grupo DKB, explicó a Efe que, al principio, quien se interesaba por esta música era gente «curiosa» por la cultura asiática, pero ahora va más allá.

Una de las principales características del K-pop es que aglutina diferentes géneros como hip hop, ritmos latinos, rock o R&B.

«Tiene una mezcla de muchos estilos de baile y eso me parece muy interesante porque te acercas al mundo de la danza y no solo te restringes a un solo estilo», afirmó Ximenes.

La argentina Alexia Gutiérrez, que participa en la versión de canto como «Alex», su nombre artístico, descubrió este fenómeno musical en 2015 cuando escuchó por primera vez a «Super Junior», uno de los «clásicos» de la industria.

«Entra por los ojos. Me encantó la coreografía, la estética y bueno, la música ni hablar, muy pegadiza», aseguró.

Sin embargo, confesó haber tenido problemas al principio para acostumbrarse a cantar letras en coreano, especialmente si la letra de la canción que busca no está «romanizada», es decir, traducida al alfabeto latino.

Ahora está estudiando el idioma y su profesora le ayuda a descifrar las letras.

En el caso del baile, la lengua no supone una gran barrera, según declaró Michelle, integrante del grupo de danza ecuatoriano «Pink Royale».

«Lo bueno de la música coreana es que el ritmo es universal y lo puedes acoplar a tus propios movimientos, no es necesario tener que entender lo que la canción dice», destacó.

La final contará con catorce finalistas que competirán por premios de Samsung y la posibilidad para los concursantes nacionales de clasificarse para la final mundial del KPOP World Festival que se celebra en Corea del Sur. EFE




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