Dilma Rousseff. (Cortesía)

La expresidenta de Brasil Dilma Rousseff rechazó categóricamente que haya recibido sobornos para ninguna de las campañas presidenciales en las que ha participado ni de la empresa Odebrecht ni de ninguna otra.

«Nunca pedí coimas, nunca recibí coimas, y de hecho nunca hablé con todos aquellos que ahora están siendo investigados o presos por haber pagado coimas», afirmó este sábado Rousseff en una conferencia de prensa en Ginebra.

La primera mujer presidenta de Brasil subrayó que la financiación de su última campaña fue íntegramente declarada y que el monto es conocido públicamente, 350 millones de reales (110 millones de dólares al cambio actual).

Durante meses, altos ejecutivos de importantes empresas brasileñas, especialmente de la constructora Odebrecht, han confesado haber pagado coimas de más de cien millones de reales (31,4 millones de dólares) para financiar la campaña de la exmandataria.

Rousseff cuestionó las denuncias de los ejecutivos de Odebrecht y consideró que se están beneficiando del sistema de acusación a cambio de rebajas de las eventuales penas que pesan sobre ellos (delaçao premiada), lo que a su entender vicia todo el proceso y lo hace dudoso.

«Yo soy una persona que necesita ver las pruebas. Si se acusa de algo tiene que estar sustentado con pruebas no en declaraciones», afirmó.

La expresidenta brasileña, que fue destituida de su cargo por el Parlamento y fue acusada de incumplir las leyes fiscales del país, señaló que no se va a presentar a ningún caro electo en el futuro.

«Yo hice política de los 15 a los 60 años sin ocupar ningún cargo electo, siempre fui militante y lo seguiré siendo en el futuro», añadió.

No obstante, pidió apoyo para su predecesor, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien quiere presentarse a las elecciones de 2018.

«Que Lula sea candidato es fundamental. Es necesario recuperar la democracia en este país», sentenció.

Rousseff participó este sábado en el Festival del Filme y Forum Internacional sobre los Derechos Humanos de Ginebra, donde hizo una alocución sobre los programas sociales y de reducción de la pobreza durante los años en que ella fue ministra de los dos gobiernos de Lula, así como tanto de su primer gobierno, como del primer año de su segundo mandato.

El acto se convirtió en un baño de masas y al acabar su discurso el público coreó durante varios segundos «fuera Temer, fuera Temer», en referencia a Michel Temer, quien fue el vicepresidente de Rousseff y que tras su destitución se convirtió en el presidente del país.

Durante su intervención, la expresidenta explicó como durante los años que gobernó el Partido de los Trabajadores (PT) la miseria se redujo drásticamente, hasta un 3,1% de la población, además de que que 36 millones de personas salieron de la extrema pobreza y la pobreza bajó hasta un 8,3%.

Explicó también que durante esos gobiernos del PT se crearon 20 millones de empleos, y que se amplió de forma muy considerable el acceso sanitario para las personas menos favorecidas y que todo ello se truncó cuando Temer asumió el poder.

«Hoy, todo esto que acabo de explicar está en riesgo, porque el Gobierno ilegítimo que me sustituyó está acabando con los beneficios para los más pobres», consideró.




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