El presidente Michel Aoun. (Cortesía)

Los dirigentes libaneses, con el presidente Michel Aoun a la cabeza, comenzaron a intensificar sus contactos para intentar evitar una crisis política, tras la repentina dimisión este sábado del primer ministro, Saad Hariri.

Aoun, miembro de la comunicad cristiana maronita, se ha reunido hoy con los expresidentes libaneses Amin Geyamel, Michel Suleiman y Emil Lahud, también maronitas, además de con el presidente del Parlmaento, Nabih Berri, musulmán chií.

La Constitución establece el reparto comunitario de los principales cargos políticos, con lo que la jefatura del Estado recae en la comunidad maronita, la del Gobierno en la musulmana suní y la presidencia del Parlamento en la musulmana chií.

Paralelamente, Dar el Fatwa, la máxima institución de la comunidad suní en el Líbano, también está llevando a cabo consultas relacionadas con la misma cuestión, al igual que el muftí de la República, Abdelatif Derian, que recibió hoy a una delegación de la Corriente Patriótica Libre, presidida por Gebran Basil, ministro de Asuntos Exteriores y yerno de Aoun.

La renuncia de Hariri, anunciada desde Arabia Saudí, ha supuesto un golpe para el frágil Gobierno y ha desatado las especulaciones en el Líbano, cuyos líderes discuten sobre la posible implicación de Riad en la dimisión.

Aoun, que ha asegurado que no aceptará la renuncia hasta que Hariri regrese al país, también ha mantenido reuniones con el expresidente del Parlamento Husein Huseini y los exjefes de Gobierno Nayib Mikati y Fuad Siniora.

«Debemos cooperar para encontrar una salida a la crisis. Si un campo regional gana, no deberá hacerse en detrimento del Líbano, que no debe pagar el precio de victorias que no le conciernen», afirmó Gemayel a la prensa al término de su entrevista, en alusión a las tensiones entre Arabia Saudí, principal respaldo de los grupos suníes libaneses, e Irán, que apoya a las fuerzas chiíes.

«Todo compromiso tiene un fin y éste es el motivo de la dimisión. No lo envidio», agregó Gemayel en alusión al acuerdo alcanzado en octubre de 2016 que permitió la elección de Aoun, tras más de dos años sin presidente.

La designación de Aoun, aliado de Hizbulá, como jefe de Estado fue posible gracias al apoyo de Hariri, quien a cambio recibió el respaldo de Hizbulá para acceder a la presidencia del Gobierno.

Por su parte, Michel Suleiman reconoció en declaraciones a medios locales que «el Líbano atraviesa una crisis», aunque se mostró convencido de que «saldrá de ella».

«Un Gobierno neutral y de tecnócratas es la mejor solución para celebrar elecciones», agregó, en referencia a las elecciones, previstas para mayo de 2018. 




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