Preclaro personaje mexicano, distinguido político, demócrata, fiel representante de una raza indígena oprimida, forjador de la nacionalidad mexicana, ideólogo, progresista, reformista y designado con mucha razón “El Presidente más ilustre de México”. Nació el 21 de marzo de 1806 en la población de San Pablo Guelatao, del estado de Oaxaca, de extracción humilde, ellos hablaban la lengua zapoteca, una de las 66 que se hablan en México. De niño perdió a sus padres, su crianza estuvo a cargo de Bernardino, tío paterno; es a los doce años cuando, dedicado a labores de pastoreo, se le extravió una oveja y avergonzado huyó descalzo larga distancia hacia Oaxaca en busca de su hermana Josefa, quien trabajaba como doméstica. El sacerdote Antonio Salanueva lo recibió, enseñándole labores de imprenta y el castellano.

En el seminario logró el bachillerato e ingresó en la Universidad de Oaxaca, de donde egresó abogado, para dedicarse a la lucha social en beneficio de los indígenas; su fama creció en forma vertiginosa, incursionó en la política de tendencia liberal. Su verbo era apreciado por propios y extraños, era inconfundible su andar en elegante frac, sombrero y bastón apuntando al aire. Fue juez y luego diputado, su popularidad lo elevó a gobernador interino por un año y luego titular; durante el período de su gobierno (1848-1852) les dio prioridad a la educación y a las obras sociales, su forma de actuar lo hizo merecedor de la denominación de “El gobernador bueno”. Al dejar el cargo dejó un superávit.

A consecuencia de la insurrección del general Santa Ana en 1852, salió desterrado a Cuba, de allí siguió a Nueva Orleáns, donde trabajó en una fábrica de tabacos; uno de sus amigos fue el caraqueño Narciso López Urriola, quien diseñó la bandera cubana y la izó el 19 de mayo de 1850, en la población de Cárdenas. En México, el general Juan Álvarez lo nombró ministro de Justicia, Instrucción Pública y de los Asuntos Eclesiásticos; por su eficiente desempeño fue designado en 1857 presidente de la Corte Suprema de Justicia y Vicepresidente de México.

De nuevo surgieron los conservadores al poder, Juárez emitió su famoso plan, conocido por la historia como “Ley Juárez”, la cual concluía con su conocida frase: “Dios protege la santa causa de la libertad”. En 1861, por la grave crisis financiera, suspendió los pagos al exterior, lo que obligó a España, Francia e Inglaterra a ocupar Veracruz; la diplomacia de Benito Juárez permitió la salida de España e Inglaterra.

Francia ocupó el 7 de junio de 1861 la capital, en mayo de 1864. El gobierno de Lincoln le brindó apoyo a la familia de Juárez, quien realizaba operaciones militares en el sector de El Paso con sus famosos guerrilleros “Chinacos”. Después de seis años, Napoleón retiró sus tropas, lo cual permitió la captura y ejecución de Maximiliano el 19 de junio de 1867. Juárez alegaba que: “El sagrado territorio mexicano no puede ser mancillado por ningún extranjero”.

El 15 de julio de 1867 es reelegido y la paz se vio perturbada por la presencia en el escenario del general Porfirio Díaz, quien, al ser derrotado, facilitó el retorno a la Presidencia de Juárez, y en tales funciones falleció el 18 de julio de 1872.

Es famosa su frase “El respeto al derecho ajeno es la paz”. Su libro de cabecera es la obra de Juan Germán Roscio, El triunfo de la libertad contra todo despotismo. El Congreso colombiano lo denominó “El Benemérito de América”, y el pensador francés Víctor Hugo dijo: “México se ha salvado por usted”.

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