Una de las características más funestas de la catástrofe que padece Venezuela, es una paulatina “dolarización” de los precios, salvo el precio del trabajo que es el salario. Semejante distorsión ocurre porque la economía –para llamarla de alguna manera—es un caos, una debacle anárquica, en la que prevalece la depredación oficialista y para-oficialista, la máxima desconfianza, y el peor desempeño macro y micro económico del mundo. Todo cortesía de la hegemonía despótica, envilecida y corrupta que sojuzga al país.

Por eso, causa vergüenza ver por ahí que algunos voceros políticos proponen «dolarizar la economía», como si eso fuera una medida «puntual» que sólo requiere de un decreto y su publicación en la Gaceta Oficial. ¡Por favor! Dolarizar una economía, por las buenas y no por las malas o las peores, implica una transformación tectónica de todos sus aspectos, lo cual, a su vez, requiere de un sólido consenso político, de inmensas cantidades de divisas para aliviar las distorsiones cambiarias, y de un equipo gubernativo de primer nivel, que suscite confianza interna o externa. Nada de eso existe. No es posible, por tanto, la dolarización por las buenas. Al menos por ahora…

Lo que sí hay es una dolarización por las malas, es decir, a trancas y barrancas, en el que todos los precios se van poco a poco alineando al marcador del paralelo, menos, repito, el precio laboral por excelencia, que es el salario. El despeñadero económico, la catástrofe social, y la avasallante corrupción del poder, son turbomotores de la dolarización por las malas y por las peores. Y tal realidad no va a cambiar mientras la hegemonía tenga el control del poder, sin que importen para nada los anuncios de la candidatura “opositora” a Maduro y los suyos.

En medio de una espiral hiper-inflacionaria, sin información alguna por parte del BCV, el único referente del cual asirse es la tasa del dólar paralelo. Como el “administrador” de los dólares, o el Estado hegemónico, no los suministra a lo que queda del mercado interno, entonces la tasa sube y sube, y va arrastrando tras de sí a todos los demás precios, salvo el laboral. En eso consiste una dolarización a las patadas, en las que los poderosos del régimen siguen aumentando sus fortunas, y la abrumadora mayoría de los venezolanos se sigue hundiendo en una catástrofe humanitaria. Hay que taparse los ojos para no darse cuenta de ello.

flegana@gmail.com




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