El 31 de enero se cumplieron ciento treinta y cuatro años de la partida en Turín de Giovanni Bosco, pero celebramos su vida luminosa de servicio y su legado fecundo. Hijo de campesinos, fundador de la congregación Salesiana, el Instituto de María Auxiliadora y un racimo de obras religiosas y sociales dedicadas con especial predilección a niños, jóvenes y trabajadores, basadas en su “modelo preventivo” de razón, religión y amor.

“Mi mayor satisfacción es verte alegre” fue consigna suya desde el seminario, tempranamente convencido de que “Dios favorece al hombre alegre”, esa alegría es el signo de su caridad. Caridad que es el nombre cristiano del amor. Llama a nunca acobardarse, a tener respeto a todos pero a nadie miedo. La solidaridad es en él cosa del corazón, pero también de la cabeza y las manos y la educación muestra caminos porque no basta saber, hay que practicar. Paciencia porque las grandes realizaciones demoran y son exigentes. Humildad, porque la soberbia es viciosa y la inmodestia denota escasez de criterio.

Venezuela se ha beneficiado de esa obra. Los salesianos dirigen cinco colegios y cinco escuelas técnicas, quince centros de capacitación, dieciséis parroquias y la Casa Don Bosco, los oratorios y los centros juveniles. Regadas por el país, las hermanas salesianas dirigen colegios en Caracas donde egresó de bachiller mi esposa; en Barquisimeto, frente al querido Parque Ayacucho de mi barrio y donde estudiaron amigas entrañables para toda la vida. También en Lechería, Valencia, San Cristóbal que recuerde ahora, así mismo son el motor de múltiples iniciativas para y desde la sociedad.

Un distinguido egresado del memorable Liceo San José de Los Teques, José Antonio Pérez Díaz, presidente del Concejo Municipal de Caracas y del Senado de la República, cristiano de esencia sin aspaviento ni pose y demócrata de saber y practicar, confesó alguna vez que en su “colegio amigo” le habían enseñado con claridad la “dura responsabilidad” que lo llevó desde la universidad a comprometerse “en la vorágine de la política como imperativo de justicia social, como el cumplimiento de una tarea civil; por creencia firme en el destino superior” de la persona humana.

Venezuela necesita a muchos hombres y mujeres como él en todos los órdenes de la vida, personal y comunitaria. En la educación, en la empresa, en el trabajo, en la creación, en la investigación y en la política, claro. En fin, en la ciudadanía. Ayúdanos Don Bosco.




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