(Foto cortesía)
AFP

El magnate Donald Trump está a punto de ganar la presidencia de Estados Unidos en unas elecciones reñidas contra Hillary Clinton, provocando de inmediato el desplome de los mercados.

Uno a uno, y tras meses de pelea reñida, este multimillonario, de 70 años, sin ninguna experiencia política y conocido por su cadena de hoteles y casinos, ganó los estados clave de Florida, Carolina del Norte, Iowa y Ohio, que se desencantaron en favor del polémico candidato republicano, acusado de xenófobo y sexista, para suceder al demócrata Barack Obama.

Los mercados financieros, que tienen una clara preferencia por la política experimentada demócrata, cayeron en picada en las operaciones de Asia, con el peso mexicano alcanzando su nivel histórico más bajo.

Ante lo que consideran un sismo político y económico, la bolsa de Tokio se desplomó más de un 5%, mientras que los indicadores estadounidenses caían 5%.

Clinton, que pretendía convertirse en la primera mujer presidenta de Estados Unidos a los 69 años, ganó por su parte el también estado clave de Virginia. De momento, Trump lleva 245 grandes electores mientras que Clinton 215.

El ganador necesita llegar al número mágico de 270 votos electorales, surgidos, en realidad, de 51 mini escrutinios en cada estado y la capital, Washington.

«El es tan antiestadounidense, estamos furiosos, conmocionados», comentó Kate Kalmyka, una abogada de 36 años que miraba indignada los resultados en un bar mexicano de Nueva York.

Pero muchos justificaban su voto en favor de Trump y contra el «establishment».

«Voté en favor de Trump, y contra el sistema. Trump dice muchas estupideces porque el no es un político, no está adiestrado (…) Pero lo más importante para el país es el comercio, las relaciones internaciones y la economía. Y la gente está quebrada y necesita un cambio», explicó Abteen Daziri, de 38 años y de origen iraní.

Latinos contra Trump

El miedo a una victoria de Trump, que ha dicho que los mexicanos son «violadores» y «narcotraficantes», y que si es elegido, construirá un muro en los 3.200 km de frontera con México y deportará a los 11 millones de indocumentados del país, movilizó a muchos hispanos, la primera minoría del país.

Sin embargo, el candidato presidencial republicano ganó Florida, donde viven mucho de los estadounidenses de origen latino, de acuerdo con proyecciones coincidentes de cadenas de TV, en un importante golpe a las aspiraciones de Hillary Clinton.

En el barrio latino de East Los Angeles, para el mexicano estadounidense Margarito Salinas, de 88 años, la opción era fácil.

«Ese tipo es casi un nazi», dijo Salinas. «Yo le di mi voto a ‘La Señora'».

Una alegre Clinton votó temprano, poco después de las 08H00 locales en una escuela cerca de su casa en Chappaqua, en el estado de Nueva York, que ganó.

«Espero ser recordada como alguien que comenzó a ayudar a sanar nuestro país, superar la división», dijo luego a la radio WOKQ.

Donald Trump votó en una escuela cerca de la Trump Tower en Manhattan, bajo los abucheos de simpatizantes de su rival que le gritaban «¡Nueva York te odia!».

Con rostro serio, votó junto a su esposa Melania en cabinas distintas. «Fue una difícil opción», bromeó después.

Los dos candidatos tienen previsto realizar «fiestas de la victoria» para esperar los resultados al final de la jornada, ambas en Manhattan, a apenas 3 km de distancia.

Hartos

Después de 693 días de drama, insultos y escándalos, la campaña dejó a una población exhausta. Un 82% de los estadounidenses se declararon hartos en un sondeo reciente.

Los dos candidatos son como el agua y el aceite: la abogada Clinton es una figura política hace 25 años, a quien la mitad de los estadounidenses detesta y duda de su honestidad. Esposa del expresidente Bill Clinton (1993-2001), fue primera dama, senadora y luego secretaria de Estado del presidente Barack Obama.

Menos querido aún, Trump, millonario exestrella de telerrealidad y sin haber sido electo nunca, supo interpretar como nadie los temores de una clase media blanca frustrada en un mundo en mutación.

Antiinmigrante, impulsivo y corrosivo, denunciado por varias mujeres que dijeron haber sido toqueteadas por él, marcó para siempre un estilo de hacer campaña política. La dirigencia del partido Republicano le dio prácticamente la espalda.




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