Donald Trump y Vladimir Putin en la reunión de los G20 en Hamburgo, Alemania. (AFP)

La gira internacional del presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, generó un escalamiento de la tensión política, al menos en el discurso, con Estados Unidos y Rusia haciendo su performance de «guerra fría» y mostrándose mutuamente los dientes, utilizando a Venezuela como peón.

Y es que mientras se espera el regreso de Guaidó, cuya seguridad parece una cuestión de principio para Washington, el régimen de Nicolás Maduro intensifica sus líneas de defensa en el plano interno y a escala internacional, con miras a prevenir una posible acción estadounidense que los dirigentes chavistas esperan hace años.

Estados Unidos analiza imponer sanciones específicas contra la petrolera rusa Rosneft por su colaboración con la administración chavista, lo cual, en la práctica, significaría sacrificar la presencia en el país de Chevron y las empresas de servicios Halliburton, Schlumberger Limited, Balcer Hughes -filial de GE- y Weatherford International, ya que estas serían eventualmente expulsadas por Maduro en represalia.

La escalada de sanciones

En todo caso, una escalada de las sanciones al sector petrolero «afectaría la capacidad de Venezuela para comercializar su crudo, forzando a parar la producción por acumulación de inventarios, e impactaría las importaciones de alimentos, medicinas y combustibles», declaró a AFP Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica.

Por lo pronto, el canciller de Rusia, Serguéi Lavrov, condenó en Caracas las sanciones económicas de Estados Unidos contra Venezuela y la amenaza del gobierno de Donald Trump de sacar del poder a Nicolás Maduro.

La llegada de Lavrov

Maduro calificó en Twitter su encuentro con Lavrov como una «extraordinaria reunión de trabajo» que «ratifica el compromiso de afianzar las relaciones (…) de alto nivel» entre Moscú y Caracas.

Este viernes, Washington sumó a su lista de sanciones a la aerolínea estatal venezolana Conviasa.

Rusia es uno de los principales aliados de Maduro, sometido a sanciones estadounidenses que incluyen un embargo petrolero desde abril de 2019 y severas restricciones financieras.

Moscú es además el segundo acreedor de Venezuela, tras China, con unos 7.500 millones de dólares, según estimaciones de la consultora local Ecoanalítica.

Para Lavrov, el objetivo de las sanciones es generar un «levantamiento» popular contra Maduro, quien se aferra al poder con apoyo de un sector de la población, los militares, China y Cuba.

El bloqueo financiero «afectó tratamientos de cáncer. Nuestra tarea principal (…) es prestar atención a esos problemas y nuestro enfoque es que cualquier crisis puede ser solucionada a través de medidas políticas y diplomáticas», añadió.

Contra el «uso de la fuerza»

Venezuela, que tiene las mayores reservas petroleras del mundo, enfrenta una crisis que restringe el acceso a alimentos por la hiperinflación y ha acelerado el deterioro del sistema de salud y los servicios públicos.

Debido a ello, 4,6 millones de venezolanos migraron, según la ONU.

Lavrov, quien se entrevistó además con su homólogo Jorge Arreaza y la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, confirmó que Maduro visitará Moscú el 9 de mayo para la conmemoración de los 75 años del fin de la Segunda Guerra Mundial.

La visita del ministro ruso, quien previamente estuvo en Cuba y México, se produce luego de que el miércoles Trump recibiera en la Casa Blanca al líder opositor Juan Guaidó, a quien reconoce como presidente encargado de Venezuela junto con medio centenar de países.

Un día antes lo había invitado a su discurso sobre el estado de la Unión en el Congreso. Allí, el mandatario norteamericano, quien busca la reelección, prometió que la «tiranía» de Maduro será «aplastada».

La crisis alrededor de Venezuela procede de (…) una campaña grande con el fin de derrocar el gobierno legítimo, utilizando todas las opciones, como dicen los organizadores de esta campaña, incluso el uso de la fuerza, denunció Lavrov.

Trump ha dicho que todas las opciones están sobre la mesa para expulsar a Maduro.

«Este escenario es inaceptable (…). La comunidad internacional lo condenará. Vamos a trabajar sobre este asunto en el Consejo de Seguridad» de la ONU, remarcó.

Intereses económicos

Rusia y Venezuela acordaron profundizar su cooperación económica y técnico-militar, para «incrementar la capacidad de defensa de nuestros amigos frente a estas amenazas desde afuera», dijo Lavrov.

«Rusia está apoyando un régimen criminal, solo para mantener sus intereses económicos», reaccionó en Twitter Julio Borges, representante de Guaidó para Relaciones Exteriores.

El jueves, en el marco de la visita de Guaidó a Washington, el representante de Trump para Venezuela, Elliott Abrams, insinuó que Estados Unidos pronto tomaría medidas contra Rusia por la relación entre el gigante petrolero estatal Rosneft y Maduro.

Moscú invierte sumas importantes en los recursos hidrocarburíferos de Venezuela y Caracas ha adquirido armas rusas por valor de miles de millones de dólares.

Habla el jefe del Pentágono

Por su parte, el secretario de Defensa y, por ende, jefe del Pentágono, Mark Esper, reafirmó el compromiso de Estados Unidos de resolver la crisis en Venezuela junto con su aliado Colombia, en momentos en que, dijo, poderes externos buscan imponerse en América Latina, en alusión a China y Rusia.

Esper hizo estos comentarios tras reunirse en Washington con su homólogo colombiano, Carlos Holmes Trujillo, y en momentos en que el canciller ruso, Serguéi Lavrov, condenó en Caracas la ofensiva de Estados Unidos contra el gobierno de Nicolás Maduro.

En rueda de prensa con Trujillo, el secretario de Defensa estadounidense destacó la alianza con Colombia, su principal socio en el continente, para enfrentar «el régimen de Maduro».

«Nuestros dos países están unidos en muchos frentes. Esto es especialmente importante en una era de gran competencia de poder, cuando nuestros competidores estratégicos buscan el dominio y la influencia maligna en regiones como América Latina», señaló.

El gobierno de Donald Trump suele señalar a China y Rusia como «competidores estratégicos».

«La clave de nuestra seguridad compartida es nuestro compromiso para resolver la crisis en Venezuela, donde el régimen de Maduro continúa con sus flagrantes violaciones de los derechos humanos de su propio pueblo», agregó.

Esper dijo que esta situación en Venezuela se ve «exacerbada» por grupos terroristas, y de tráfico ilícito y por «la influencia extranjera no deseada».

«Mientras trabajamos junto con otras naciones y socios para buscar una transición pacífica a la democracia, estamos agradecidos por todo lo que Colombia ha hecho para ayudar a los venezolanos que huyen de la opresión de Maduro», destacó.

Venezuela vive un colapso económico agudizado desde la llegada al poder de Maduro en 2013, que provocó la huida del país de 4,7 millones de personas, según la ONU. De éstos, la mayoría ha migrado a países de la región, en en particular a Colombia, donde se estima que hay unos 1,6 millones de venezolanos.

Trujillo dijo que discutió con Esper «los desafíos planteados por Venezuela» y destacó el «deseo compartido» de «una rápida transición a la democracia».

«Reafirmamos nuestro compromiso conjunto de contrarrestar la acogida del régimen de Maduro de grupos terroristas», dijo, señalando al Ejército de Liberación Nacional (ELN), última guerrilla activa de Colombia, así como a disidencias del extinto grupo rebelde FARC y el movimiento chiita Hezbolá.

Estados Unidos, Colombia y otro medio centenar de países desconocen la reelección de Maduro en 2018 por considerarla resultado de elecciones fraudulentas, y propician los esfuerzos del líder opositor Juan Guaidó de encabezar un gobierno de transición y organizar nuevos comicios.

Lavrov, de gira por América Latina, rechazó las sanciones económicas de Estados Unidos contra la Venezuela de Maduro, quien a pesar de las presiones y el descontento de buena parte de la población, se mantiene en el cargo con apoyo de los militares y de Cuba, así como de Rusia y China, sus principales acreedores.




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