“Curiosamente, los votantes no se sienten responsables de los fracasos del gobierno que han votado”  Alberto Moravia

Faltan pocos días para el proceso electoral que dejará al veredicto del ciudadano la designación de la persona que recibirá el mandato para gobernar nuestro estado y nuestra ciudad durante el próximo per

íodo. Se trata de una elección que deberá ser consagrada por los carabobeños a través de un sufragio que la ciudadanía exige sea respetado, cada vez con mayor firmeza y claridad, como expresión libre, directa e inviolable de la voluntad de todos.

John Stuart Mill, célebre filósofo y político inglés, sostenía que el voto no era propiedad individual sino un patrimonio común que demandaba de los electores buenas razones para fundamentar su decisión, y de acuerdo con estos sensatos planteamientos y tal como están las cosas, resulta una oportunidad para intervenir en su porvenir y el de nuestros hijos. Consideremos con seriedad que un sólo voto, puede, en particulares ocasiones, hacer cambiar el rumbo de la historia de una ciudad o un país, cobrando entonces ese solo voto, una importancia vital.

Más que un derecho, la votación es, sobre todo, una obligación social. Tal como están las cosas, resulta una oportunidad para intervenir en su porvenir y el de nuestros hijos.No votar, es permitir que otros decidan por nosotros, y éstos lo harán de acuerdo con sus intereses no con los suyos…

Este 21 de noviembre, votar será algo más que pulsar una opción en una pantalla de una máquina y luego depositar un papelito en una urna; será una acción que generará consecuencias, pues de nuevo el voto se convertirá en un imperativo moral, al que ningún ciudadano de buena voluntad deba esquivar.

Será cuestión de conciencia cívica, pues el acto en sí constituye un momento clave en el proceso democrático de nuestra ciudad, de nuestro estado y por ende, de nuestro país. No votar es simplemente no decidir, no opinar; es ausentarnos pasivamente ante la ineludible realidad de lo que ahora nos va quedando de nuestro terruño; luego, no se permite asumir posiciones derrotistas por considerar que no hay nada qué hacer; nada de eso.

Nosotros, como ciudadanos responsables, con nuestro voto, tenemos la posibilidad de cambiar las circunstancias, de cambiar el porvenir.

Se hace menester recordarlo: la democracia no empieza ni termina en el proceso del sufragio, porque la democracia es, en el fondo, una situación ética, un conjunto de condiciones y conductas que permiten a una sociedad vivir los valores morales que deben inspirar una convivencia civilizada. Éstos son el respeto a la verdad, la tolerancia, el ejercicio de la autoridad conforme a Derecho, el resguardo de los derechos humanos, la libertad de expresión y participación, el derecho a la propiedad privada y otros más…

Enzo Scarano y Carlos Lozano se ha comprometido en recuperar la esperanza frente a la resignación y el desánimo, la estabilidad frente a la incertidumbre, la credibilidad frente a la desconfianza, la normalidad frente a tantos disparates, la unidad y la concordia frente a la división y la fractura; y la tranquilidad y la seguridad frente a los partes de guerra que denuncian el fracaso de este régimen como garante del orden, de la seguridad ciudadana y del derecho a la vida.

El 21 de noviembre podrá entonces ser el punto de partida del camino que habrá de conducirnos al país que todos merecemos, empieza con ejercer el cívico deber de votar.

Manuel Barreto Hernaiz




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