Les anticipo que no trataré el tema del coronavirus desde el punto de vista netamente patológico —bastante tinta se ha usado en estas tres largas semanas—o haré más bien desde el ángulo de donde aparentemente fue su génesis, es decir: político, económico y comunicacional. Es Venezuela nuestra particular preocupación, y por allí caminaremos este trecho de hoy.
A pesar de que la pandemia ha sido benevolente con nosotros, —pocos los infectados y fallecidos, no sé de alguno– el régimen de Nicolás Maduro ha montado una gigantesca campaña comunicacional para distorsionar los hechos con la finalidad de sacarle filo político. Esta es una práctica muy común en los gobiernos de corte comunista para obtener beneficios de la crisis. Sin embargo, hay que considerar que los tiempos mutan y las sociedades lo hacen junto con ellos.
Esta pandemia llegó a nosotros justo en el momento en que los efectos de las medidas tomadas en contra del régimen por los gobiernos y organizaciones internacionales se patentizaban; sumándose a la aceleración de los desquicios económicos de orden endógenos. Era evidente para los mandatarios que pocas gotas de gasolina quedaban en los depósitos. El país petrolero, de los más grandes del mundo, finalmente se quedó vacío. Cundió el pánico y la economía nacional terminó de paralizarse. ¡Culpa del coronavirus!, gritaban las voces irrazonables e insensatas desde Miraflores, frotándose las manos con fruición al mismo tiempo.
Precisando, el hecho de que el régimen haya cursado una solicitud de préstamo al Fondo Monetario Internacional pone en evidencia su iliquidez para hacerle frente a la crisis. Rebajar su solicitud inicial, un poco más tarde, de cinco mil millones de dólares a mil quinientos millones es un adicional que corrobora su sequía financiera. Ya el FMI le comunicó algunos de los requisitos imprescindibles para un posible crédito; la mayoría de ellos tendrían que pasar por el visto bueno de la Asamblea Nacional, léase, por la oposición democrática. Esta oposición democrática debe entender que el Covid-19 para Venezuela tiene una perspectiva particularmente aterradora; que en el caso nuestro, es labor imposible desligarla del hecho político. Es muy complicado, por ejemplo, llegar a un acuerdo con quienes han sido miserables con los injustamente presos político, más expuestos a adquirir ese mal que cualquiera de nosotros. Situación que ha conllevado que tanto Juan Guaidó como sus dirigentes tengan que moverse con sigiloso y complicado equilibrio; pero teniendo presente que para los venezolanos el coronavirus es al alimón, una pandemia y un elemento político. Debemos desligar una cosa de otra; es un chantaje la utilización afiebrada del coronavirus para sacar provechos.
Termino con una corta referencia para mitigar la angustia de nuestros compatriotas por las medidas de corte económicas anunciadas por Nicolás Maduro el domingo pasado. Los venezolanos conscientemente, como lo han hecho en otras ocasiones, dejarán de lado las medidas comunistas con la intención velada de Maduro y sus cómplices de acabar con la empresa privada. De manera, que agudizando la inteligencia y conviniendo entre las partes proceder de mutuo acuerdo evitando la aplicación de estas medidas cuya finalidad es, a todas luces, es acabar con la empresa privada…