Dentro de la economía de mercado cada uno sirve a todos sus conciudadanos y cada uno se sirve de ellos. Se trata de un sistema de intercambio mutuo de servicios y productos básicos, un mutuo dar y recibir.”

Von Mises

Por Carlos Ñáñez R.

Sí algo ha caracterizado al mes de enero es su tradicional cuesta, obviamente derivada de ser el primer mes después de las fiestas de Navidad, pero también resulta interesante determinar que entre enero de 2022 y enero de 2023, encontramos una incontrovertible diferencia hace un año el país ostentaba niveles de control en el tipo de cambio y el efecto de un rebote económico que bien supo deformar el aparato propagandístico de un Estado ubicuo y todopoderoso, que acuñó la frase “Venezuela se esta arreglando”, para los primeros días del mes de enero de 2022 el tipo de cambio se ubicaba en 4.36 Bs/USD hoy cotiza en 21,96 Bs/USD, lo cual supone un incremento en el tipo de cambio de 507%, una cifra surrealista en un país absolutamente inmerso en realidades del realismo mágico. Cual hombres de maíz de Asturias hemos acudido a este proceso de desmontaje de la falsedad de una recuperación que no supera en el mejor de los casos los 4%, asumiendo los efectos de la licencia 41 de Chevron.

Este país inicia el 2023, con contundentes y justas protestas de calle ante la destrucción del salario, el cual pasó de 30USD en abril de 2022, a menos de 6 USD, en enero de este año, las protestas tienen el mismo clamor el hambre, el hastío, la necesidad de una dirigencia que represente y lo más sorprendente es la espontaneidad, la masa desesperada encontró al mejor de los lideres el hambre, la miseria y el hastío, conducen estas protestas, mientras que la cúpula del régimen sigue apelando a las ya consabidas excusas del enemigo externo, la guerra económica, el complot y frente a la presencia de las mismas fallas de base cifradas en el irresponsable emisión de dinero, el financiamiento a PDVSA, desde el BCV y la opacidad en cuanto a rendición de cuentas, se apela a la búsqueda desesperada de una respuesta incompatible con la razón, basado en su lenguaje cuartelario y belicoso, de comandos estratégicos, motores y líneas de acción que demuestran la presencia de esa tara del neologismo que intenta justificar lo injustificable.

Las fallas de base abonan el camino hacia la barca de Caronte:

Por fallas de base se entiende la emisión irresponsable de dinero, la monetización de la economía con fines deficitarios, es menester aclarar en el este país lleno de maniqueísmos que la emisión de dinero desde el Banco Central, puede hacerse de manera responsable, en un tiempo finito y ante una situación excepcional, sin embargo es un mecanismo el cual debe de ser tratado con la precaución del caso, pue siendo aún siendo una emisión responsable puede devenir estallido inflacionario, caso de los países del primer mundo, post pandemia.

En nuestro caso la liquidez ha servido para financiar gasto público deficitario, generando un estallido de hiperinflación en 2017, del cual no salimos aplicando ningún otro plan que no fuese la hipercontracción de los ingresos y pasivos salariales de los 5.5 millones de empleados públicos y la concurrencia torpe de un elevadísimo encaje legal, que terminó por destruir a la banca, minimizándola e impidiendo de facto el acceso al crédito, por otra parte las concurrentes reconversiones monetarias en el ejercicio del madurismo, le han escindido once ceros a la moneda nacional, destruyendo no solo las cualidades del bolívar sino volviéndolo un activo repudiable, que resulta ya incapaz de presentar paridad de compra, en una economía cruelmente dolarizada, sin acceso a una dolarización financiera y obviamente imposibilitando la dolarización plena de la sociedad, pues la misma le restaría grados de libertad al régimen en el manejo de la liquidez monetaria y la base monetaria, como mecanismos de financiación deficitaria, de hacho la permisividad en el deslizamiento cambiario esconde la necesidad de morigerar los efectos de la expansión de la liquidez en términos de paridad cambiaria, así como minimizar la conducta del financiamiento desde el BCV, hacia PDVSA, por un monto superior a los 16 mil millones de dólares, que en términos de base monetaria representan 1376 veces la capacidad monopólica del BCV, para producir monedas y billetes, que bien son virtuales, digitales o inexistentes desde 2014.

El camino hacia otro estallido de hiperinflación, se encuentra claro, como la de las almas hacia la barca de Caronte, ante el silencio el BCV, en presentar datos de inflación fuentes extraoficiales dan cuenta de un cierre de 235%, muy superior a esa meta extraoficial de 100% de inflación para el año 2022, el observatorio venezolano de finanzas presenta una cifra de 305%, pero resulta baladí e inútil discutir cual dato es el cierto, ambos presentan un vórtice hacia la hiperinflación directamente proporcional al grado de monetización del déficit fiscal y directamente proporcional al nivel de deuda sobre el PIB.

Ya nominalmente comenzamos a presentar temas de índole contable, con las cifras y su manejo y se habla de una cuarta reconversión, de darse seriamos la única sociedad en el mundo moderno en haber vivido, esas prácticas feudales, que dieron el calificativo de señoreaje, al ingreso obtenido por los Bancos centrales ante la impresión monetaria, nuestro drama estaría inscrito en la escolástica de Nicolas de Oresme y el repudio a una moneda, vivir otra hiperinflación seguiría fomentando esa desordenada diáspora, la cual en magnitud supone dejar vacíos a once estados, de los 23 que componen a la República, la falla de base cifrada en el abandono de la racionalidad económica ha generado la salida de 7.1 millones de connacionales, nuestro éxodo se corresponde con vaciar dos veces al Uruguay, dejar sin población al Paraguay y supera en dos millones a los habitantes de Panamá. He allí el legado de Chávez, el resultado de irrespetar a la economía y de convertir al Banco Central de Venezuela en una torre de Hormigón en el Centro de Caracas, que replica falacias y cacofonías de un discurso avieso.

¿Es criminal el tipo de cambio, le han logrado vencer el brazo en ese pulso inútil entre la retórica vacía y la corrección de las fallas de base?, la respuesta es una rotunda negación el tipo de cambio no es criminal, no se puede adjetivar a un indicador macroeconómico y mucho menos declara la guerra a la economía, es una conducta propia de Calígula, aquel orate quien le declarase la guerra al mar, las demandas de salarios cónsonos con los de la región son lamentablemente imposibles de lograr, Venezuela no tiene las mismas condiciones de sus vecinos, nuestras realidades son subsaharianas y totalmente primitivas.

Las protestas no cesarán, la conflictividad laboral abona la ya connatural indolencia de quienes nos gobiernan, así como las desigualdades que se desarrollan en burbujas escandalosas de lujos incompatibles con el hambre de millones de ciudadanos defenestrados a la miseria.

En medio de este horror seguirán los oasis de lujo sibarítico, rastacueros y escandalosos, quienes comen en la basura coexisten con quienes lo hacen a cincuenta metros de la superficie en un restaurante cuyos costos son prohibitivos para el 56% de la población que no logra devengar 100 dólares y finalmente seguiremos advirtiendo como la sobrevaluación del tipo de cambio, las estructuras ineficientes de costes en dólares y la inflación en divisas, siguen haciendo mella de una población confundida, atolondrada y extraviada, pues ya ni poseer dólares nos resguardan de los rigores de la hiperinflación, pues la divisa no es un tótem, talismán o amuleto, para desviar las distorsiones de nuestra economía hecha escombros.




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