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Foto: Armando Díaz

Los vidrios rotos volvieron a cubrir los suelos de La Isabelica. Era como una película repetida la que vivían en esta oportunidad los vecinos del sector cuatro de esa urbanización al sur de Valencia.

El plantón era hasta las 6:00 p.m, pero a las 5:00 p.m los efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana comenzaron a reprimir

Aquella tarde del 04 de julio los ciudadanos salieron a cumplir su derecho en las calles. El plantón era hasta las 6:00 p.m, pero a las 5:00 p.m los efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana comenzaron a reprimir y a desplegar su maquinaria para conseguir detenidos en el hecho.

Miriam Lucena vive en el sector 4, en uno de los estacionamientos que la GNB invadió para lograr la detención de alrededor de cuatro jóvenes que horas antes ellos defendieron para que los uniformados no fotografiaran ni captaran en videos.

La mujer, que remojaba sus pies en una ponchera para luego hacerse una pedicura relataba que alrededor de 30 hombres, en moto y a pie, llegaron al estacionamiento para lanzar perdigones y bombas lacrimógenas, cuyos gases entraban a los hogares en donde la mayoría es de personas de la tercera edad.

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Ellos se refugiaron en sus casas y veían a los hombres de verde pasar por las puertas de la casa mirando hacia el interior de las viviendas. «Temía que volvieran a allanar y se repitieran los episodios de abril, cuando venían con listas llenas de nombres y buscaban casa por casa a quien se querían llevar».

En las a fueras de la calle habían unidades tácticas de represión y ballenas. Una de las mujeres a las que le arreglaban las uñas recordó que esas unidades echan agua con pica pica. Mientras tanto sobaba su vientre en el que lleva a un bebe de 7 meses y por el cual teme debido a los efectos tóxicos de las lacrimógenas. Por eso su esposo le regaló una mascara para que se protegiera.

El operativo duró hasta las 10:00 p.m. Miriam se acostó a las 12:00 p.m debido al susto que aun sentía

Cuatro horas antes, en los bloques 28 y 30, la GNB entraba a aquellos edificios a hacer destrozos con la excusa de que querían encontrar a los manifestantes, decía con enojo   Bayone mientras colocaba unos plásticos a los vidrios de su camioneta Explorer, a la que le reventaron los vidrios igual que a otros cinco carros, entre esos dos Optra y un Matíz verde. En sus manos sostenía una bolsa con bombas y perdigones usadas. De su boca salían muchos improperios en contra del presidente, Nicolás Maduro.

Dos hombres habían sido heridos por armas de fuego

Esa misma noche por las veredas se corría el rumor que luego seria confirmado. Dos hombres habían sido heridos por armas de fuego, presuntamente por guardias nacionales. A uno de ellos le dieron en la zona intercostal y a otro en el cuello. El estado de este último es desconocido.

Esa noche los funcionarios del gobierno dispararon contra una vivienda del bloque 30. La ventana rota de la cocina era la evidencia del hecho. El suelo resplandecía por los fragmentos de los cristales. Lo mismo ocurrió en un salón de belleza cercano al que le destruyeron la puerta. Se repetía la historia que vivió la señora Maritza en la peluquería del sector ocho.

El día después de aquella noche de terror dejaba a una comunidad con el sentimiento de desazón e indignación ante la violencia y la falta de respuesta por los daños que ellos saben que nadie cubrirá. Un parabrisas cuesta alrededor de 700 mil bolívares. La mayoría presentó más de un vidrio roto.




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