Relatives and friends of Cristalinda Goitia,36, and her son Cristian Garcia Goitia,11, mourn their deaths while attending his funeral in the common grave of La Salina cemetery on December 16, 2020 in Guira, Venezuela, after both drowned in a shipwreck. - At least 20 Venezuelan migrants died when a ship heading for Trinidad and Tobago sank, the public prosecutor's office said on December 14, 2020. (Photo by YURI CORTEZ / AFP)

Un centenar de personas en procesión sigue a un camión que lleva un ataúd en su carga: es de una maestra que perdió la vida en el naufragio de migrantes venezolanos entre Venezuela y Trinidad.

Cristalinda Goitía, de 36 años, partió rumbo a Trinidad y Tobago desde Güiria, un pueblo costero en el estado de Sucre (noreste de Venezuela) desde donde normalmente zarpan botes pesqueros precarios hacia el país insular cargados de migrantes que buscan escapar de la profunda crisis.

Iba con su hijo Cristian García Goitía, de 11 años, a pasar navidades con su esposo y estudiaba la posibilidad de quedarse allá.

Su bote partió el 6 de diciembre con unas 30 personas, de las que casi dos semanas después fueron encontrados los restos de 23, según el gobierno venezolano.

Aún no están claras las condiciones del naufragio. Solo que los primeros cuerpos aparecieron a 13 km de la costa venezolana.

«El pueblo de Güiria está impresionado», dice a la AFP Cristian, el hombre que maneja el camión y que ya antes tuvo que hacer un viaje de seis horas por tierra con los primeros 11 cadáveres encontrados para llevarlos a Cumaná, la capital del estado, para las autopsias.

Antes de partir al cementerio, el vehículo hace una parada cerca de la iglesia del pueblo, al frente de la plaza principal. Allí un sacerdote reza para pedir el descanso de la víctima.

En el cementerio la entierran junto al cuerpo de Cristian, que recibió sepultura un día antes.

«Mi hermana se fue buscando nuevos horizontes», expresa su hermano Santiago, que solloza en un cementerio iluminado solo por las estrellas hasta que irrumpe un bombillo alimentado por una planta eléctrica.

«¡Espérame hija en el paraíso!», gritan los presentes en el entierro. «¡En el paraíso nos vemos!», «¡Diosito, dame fortaleza!».

 

 

– «Se iba a vivir con su papá» –

En la plaza del pueblo, Jonhy Matey está abatido, cabizbajo: la tragedia tocó una vez más a su puerta.

Un niño de ocho años fallecido en este incidente era el hijastro de su hija, que en mayo de 2019 desapareció en otro naufragio.

«Su papá lo mandó a buscar y una tía lo mandó con unos primos, un muchacho que los vino a buscar de Trinidad. Se iban por la situación país, se iba a vivir con su papá», expresa.

«Un año y siete meses después de que mi hija desapareció, volvemos a pasar por esto», se lamenta. «Ella crió a ese niño desde meses de nacido».

En la peligrosa travesía entre Güiria y Trinidad, de unos 100 km, un centenar de personas han desaparecido solo entre 2018 y 2019.

Pero normalmente los cuerpos no aparecían… hasta ahora. Y eso ha impactado a Güiria, donde se respira una profunda tristeza. No habían enterrado antes a migrantes muertos en naufragios.

El gobierno venezolano informó que «continúan los trabajos ininterrumpidos de búsqueda y salvamento de posibles víctimas», aunque hay pocas esperanzas.

Un helicóptero llegó a la zona y apoyó el rescate de los cuerpos enterrados el miércoles de noche. El pueblo está además lleno de oficiales de la policía judicial.

El ministerio del Interior anunció una investigación sobre «la existencia de mafias que trafican con las necesidades del pueblo humilde de ese sector» y anunció la conformación de una comisión para reforzar la investigación que «permita la ubicación y detención de todos los responsables de este trágico incidente».

 

Dos personas fueron detenidas hasta ahora por el hecho: el dueño de la hacienda de donde salió la embarcación, y el propietario del bote, «quien posee antecedentes penales por los delitos de tráfico de drogas y tráfico ilícito de personas».

La oposición venezolana ya había denunciado la existencia de estas mafias que operan entre ambos países y que cuentan con la complicidad de las autoridades, que permiten las salidas clandestinas, muchas veces en precarias embarcaciones y con sobrepeso.

El diputado opositor por Sucre Robert Alcalá denunció que el lunes zarpó de forma ilegal otro bote cargado con 18 personas.

La ONU estima que más de cinco millones de venezolanos salieron de su país desde 2015 forzados por la aguda crisis, entre ellos, 25.000 eligieron como destino Trinidad y Tobago. El país insular, de 1,3 millones de habitantes, señala que facilitó el registro a 16.000 venezolanos.




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