Debo confesar que una de las cosas más penosas de la política es concurrir a una reunión donde se aborde la compleja realidad política venezolana y al poco tiempo se levante alguien para exclamar: “Estamos hablando mucha paja para el tiempo que nos conocemos, vamos a concretar”.

Para quienes estamos convencidos de que la política es estudio, conocimiento exhaustivo de la realidad a cambiar, y la claridad de propósitos al fuego lento de la reflexión, uno de los morrales más pesados de la cultura política venezolana es el pragmatismo. De él se desprende la visión simplista y el rechazo a la política trenzada en la complejidad. Más atrás viene el gran argumento: esto se resuelve por la vía de los hechos; acto seguido se desborda por los caminos del heroísmo testicular.

Esta cultura nos condujo a improvisaciones, a vivir de la instantaneidad y la conducta reactiva, pero sobre todo al desprecio de la elaboración política profunda y la visión política estratégica. Fue de esa cultura desde donde nos rescato la visión y el esfuerzo político de MC y EGU, al desarrollar una política que abrió el camino para fundamentar y organizar una política alternativa democrática en Venezuela.

Todos conocen el punto de avance en el cual nos encontramos.

No es fácil transitar un camino alejado de la respuesta instantánea y fácil. Cuando se hace política compleja y se tiene una visión estratégica, hay que atender el tejido de diversos ingredientes y actores políticos, el momento y la respuesta serena y firme.

La credibilidad ha sido un elemento fundamental; la improvisación ha sido desterrada y reducida. Gracias a la visión histórica global, el desespero protagónico ha disminuido.

Este ha sido un proceso que despertó la esperanza, iluminador y creativo, desplegado sobre la base de un conocimiento profundo político, social, cultural de la realidad venezolana, sostenido en una comunicación y un accionar transparente, que expuso ante nosotros, ante el mundo, la desdicha no solo material sino espiritual de un país.

Ha sido nuestro pueblo humilde el principal protagonista. Mil veces acusado de venderse, de entregarse, de someterse, cuando en realidad buscaba una política donde sentirse interpretados y valorados debidamente su significación y poderío políticos.

Se ha producido una relación confiable entre el actual liderazgo y la propuesta política. El pueblo ciudadano está dando una lección de comprensión y manejo de los tiempos políticos. Un equipo sereno y firme acompañado de credibilidad y coherencia está al frente, sabe lo que hace, en lo nacional y lo internacional, y lleva la verdad por delante, el equipo gana.

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente la posición de El Carabobeño sobre el tema en cuestión.

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El equipo gana

Luis Enrique Vizcaya
Luis Enrique Vizcaya

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