En Austria, a casi 2 mil 500 kilómetros de Nizhny Novgorod, donde Suecia y Corea del Sur se enfrentarán este lunes, se vivió un extraño caso de espionaje en el que, según medios escandinavos, un miembro del cuerpo técnico del equipo de Janne Andersson observó furtivamente a su primer rival.

Ese «inspector Clouseau» alquiló una casa cerca del campo de entrenamiento del combinado coreano, y, desde allí, dedicó su tiempo a ver los ejercicios del conjunto dirigido por Shin Tae-Yong para trasladar esa información a sus superiores.

El supuesto espía tuvo un descuido y dio una entrevista al diario Swedish Express en la que relató sin mucha prudencia su aventura: «Tomé prestada una casa del campamento de entrenamiento del equipo coreano y observé todo el entrenamiento. Tuve que escalar una montaña durante mucho tiempo para llegar al lugar, pero ver el entrenamiento allí fue perfecto», dijo.

Y, como no podía ser de otra forma este asunto ha creado cierta incertidumbre en la expedición surcoreana. Y, en la rueda de prensa previa al choque, el técnico Janne Andersson ha tenido que dar explicaciones.

«El miembro del personal sueco pensó que la sesión de entrenamiento estaba abierta y se fue cuando se le preguntó. No entendió que era una sesión cerrada. Le pidieron que se fuera y, como resultado, lo observó desde más lejos», dijo Andersson en la rueda de prensa previa.

Después, por si acaso, pidió perdón: «Es muy importante que demostremos respeto por los oponentes, siempre y en todos los sentidos. Si se ha percibido de otra manera, nos disculpamos», agregó.

Desde el otro lado, el de los coreanos, reaccionaron de forma curiosa cuando se enteraron de que habían sido espiados. Según explicó su seleccionador, Shin Tae-Yon, durante los amistosos previos al Mundial, en los calentamientos cambió los números a las camisetas de sus jugadores.

«Queríamos confundir al equipo sueco. Sí, es por eso que lo hicimos. Había llegado a nuestros oídos que había un espía sueco», aseguró Tae-Yon en la víspera del encuentro, que pensó que, salvo Son Heung-Ming, conocido en la Premier League, el resto de caras no eran conocidas para los suecos.

Para rizar el rizo, fue cuestionado por si tenía alguna táctica secreta para contrarrestar al espía y Suecia. Algún plan que el «cotilla» escandinavo no hubiese tenido tiempo de presenciar antes de ser descubierto.

«Los trucos ocultos son solo trucos ocultos si están ocultos», afirmó. Su frase, digna de Vujadin Boskov, al estilo de «fútbol es fútbol» o «punto es punto», cerró una polémica surrealista que protagonizó las jornadas previas del estreno de Corea del Sur y de Suecia en el Mundial de Rusia. EFE




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