El diálogo de Oslo terminó sin acuerdos, afortunadamente. Y digo “afortunadamente” porque a estas alturas cualquier acuerdo hubiera significado un triunfo para la dictadura. Así como el mantra de Cese a la usurpación, Gobierno de transición y Elecciones libres no es digerible para el chavismo, por la sencilla razón de que significa su salida del poder, también es harto conocido que los rojos no cumplen su palabra ni sus compromisos. Entonces, para lograr un acuerdo en Escandinavia tendría que haber ocurrido una de dos cosas: o que los demócratas se salieran del mantra y aceptaran condiciones distintas a las que llevaban, o que los otros prometieran cumplir con el mantra (sin la menor intención de cumplir, por supuesto) a cambio de concesiones. En cualquiera de las dos salidas, un hipotético arreglo solo podría haber mostrado una victoria para la dictadura y una derrota para el 90% de los venezolanos.

La realidad es que, dadas las posiciones de ambos bandos (el gobierno noruego los llamó “partes”, pero en vista de que una de esas partes –la usurpación- ocupa ilegalmente el poder que ejerce, no son equiparables como iguales sino como bandos en pugna), no se percibe una negociación posible entre el régimen y el gobierno interino. Mientras que Maduro y su corte no parecen tener aún la bota en el cuello, el equipo de Guaidó, por razones obvias, no puede desprenderse de su línea de batalla: si el objetivo final es la recuperación de la república y la restauración de la democracia, hay que pasar por elecciones libres. Pero unas elecciones libres, sin trampas, sin abusos de poder y con un árbitro imparcial, no son viables hasta que no haya un nuevo equipo de gobierno, nuevos poderes públicos y apoyo militar a la transición. Así de simple. La secuencia no se puede alterar, porque se desvirtúa el objetivo final. No hay atajos para un tema tan serio como la reconstrucción del país.

Al día de hoy, y como se ratificó en la reunión de Oslo, el régimen chavista no tiene la menor intención de salir del juego, porque su costo de salida sigue siendo muy alto y porque la fuerza de las armas lo continúa apoyando. El chavismo aún puede esgrimir la combinación de crueldad, cañones y control que le permiten dejar que se mueran los niños en los hospitales, tener al país entero sin servicios ni comida y seguir agrediendo a quienes se le oponen. Sin embargo, aunque la crueldad la seguirán teniendo ¿quién lo duda?, la lealtad de los cañones no es eterna (especialmente en Venezuela) y el control de sus amigos cubanos estará hasta que deje de estar. La presión sobre la dictadura y quienes la apoyan tiene que continuar, in crescendo y con todas las opciones abiertas. No queda de otra.




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