Foto archivo
Desaparecida ya la euforia por el histórico Acuerdo de París (2015), el planeta encara desde este domingo una de esas cumbres climáticas para las que habría que inventar nuevos adjetivos y que solo se pueden definir en términos de amenaza existencial.

La COP26, que se abrió hoy formalmente en Glasgow (Reino Unido), acoge las negociaciones entre casi 200 países por mantener viva la aspiración que se marcaron en París de limitar el calentamiento global en 1,5 grados centígrados sobre los niveles preindustriales.

Como punto de partida existen dos consensos unánimes: el primero, que las cosas van mal para alcanzar el objetivo; el segundo, que aún se está a tiempo de enderezar el rumbo y además se sabe cómo hacerlo.

Pese a que los augurios que preceden a la cita no son halagüeños, los organizadores de la conferencia trataron de sonar optimistas en sus discursos al abrir la conferencia.

«Si actuamos ahora y actuamos juntos, podemos proteger nuestro querido planeta. Así que unámonos estas dos semanas y hagamos que lo que París prometió, lo consigue Glasgow», dijo el presidente de la COP26, el británico Alok Sharma.

«El éxito en la COP es absolutamente posible», aunque se necesita «más ambición de más países, especialmente de los grandes emisores del G20, responsables de cerca del 80 % de las emisiones globales», abundó en el mismo sentido la secretaria ejecutiva de la ONU para el Cambio Climático, Patricia Espinosa.

La diplomática mexicana volvía así sus ojos hacia Roma. Allí, justo en ese instante, los líderes del G20 sellaban un compromiso de mínimos para «esforzarse» para limitar el calentamiento global a 1,5 grados, aunque la descarbonización se cumplirá «en torno a mitad de siglo».

De esos «esfuerzos» dependerá en buena parte que no se cumpla la trayectoria de subida de las temperaturas que calculan los científicos.

Según el Programa de la ONU para el Medio Ambiente, los actuales compromisos de los países por reducir emisiones llevarán a un calentamiento global de 2,7 grados al final de este siglo.

¿Y eso qué significa? Sencillamente, que el cambio climático tendrá consecuencias «catastróficas» sobre la humanidad y el planeta.

Ni siquiera hará faltar esperar hasta entonces para constatar que los fenómenos climatológicos extremos son ya «la nueva normalidad», como reveló hoy la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en un estremecedor informe presentado este domingo.

AUSENCIAS SONADAS

Pese a que el pistoletazo formal de salida se dio hoy, será a partir de mañana cuando unos 120 líderes mundiales se verán cara a cara en Glasgow, en la mayor concentración de este tipo desde que estalló la pandemia.

En la foto de familia se echará de menos la presencia de rostros tan relevantes como el del presidente de la mayor potencia emisora de gases de efecto invernadero, el chino Xi Jinping, u otros como el ruso Vladímir Putin, el mexicano Andrés Manuel López Obrador o el brasileño Jair Bolsonaro.

Sí estarán en cambio el estadounidense Joe Biden, tras volver al Acuerdo de París de donde lo había sacado Donald Trump, el indio Narendra Modi o la mayoría de dirigentes europeos.

Al reto que supone poner de acuerdo a tantos actores con intereses encontrados se le añade celebrar una cumbre de dimensiones mastodónticas en mitad de la peor pandemia que la humanidad ha conocido en un siglo.

«Era vital que hubiese un encuentro físico, para que los países pequeños se sentasen en la misma mesa con los grandes», defendió Sharma en una rueda de prensa.

Y Espinosa hizo hincapié en que las medidas preventivas obligadas por la covid-19 harán que las reuniones vean muy restringidas el número de participantes.

«La sala más grande de negociaciones tiene 144 plazas, 72 se sentarán en la mesa y otros 72 detrás. Y eso no es suficiente», dijo la mexicana en la misma rueda de prensa.

Ni siquiera la mala situación pandémica en el Reino Unido, donde se han declarado más de 38.000 nuevos casos en las últimas 24 horas, ha impedido que decenas de miles de personas hayan desembarcado en Glasgow para participar en la COP26.

Según la organización, se congregarán en el Centro Escocés de Eventos (SEC, por sus siglas en inglés) 21.238 miembros de delegaciones oficiales, 13.834 observadores y 3.823 periodistas.

Y en esas cuentas no entran los cientos de activistas que han viajado a Escocia para participar en manifestaciones, que la policía teme que en ocasiones puedan ser violentas.




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