Orangután de Tapanuli

Entre denuncias de irregularidades, presiones a los activistas y acusaciones de que perjudicará a los habitantes de la zona, la construcción de una central hidroeléctrica en la provincia indonesia de Sumatra del Norte pone en grave peligro al orangután de Tapanuli.

Se conoció que sólo quedan 800 ejemplares y dichas obra están modificando parte del hábitat del orangután. Según algunos científicos, incrementará la fragmentación de la población de simios y les expondrá aún más a la caza furtiva y conflictos con agricultores.

Los estragos que causará la presa

Por otro lado, el pueblo de Arse situado a unos quince kilómetros de la presa y en el extremo oriental del ecosistema de Batang Toru, el agricultor Sapto Bin Sormin muestra el lugar en su plantación donde, por primera vez desde que tiene uso de memoria, anidan orangutanes.

Sormin lamenta la pérdida de 1,2 millones de rupias (unos 87 dólares o 81 euros), o un mes de ingresos, por los frijoles amargos y durianes que se comieron los simios antes de que guardabosques y residentes los expulsasen al tupido bosque tropical protegido.

«Si los orangutanes vienen al pueblo molestarán a la gente y provocarán daños», lamenta entre palmeras y árboles frutales el padre de dos hijos sobre la presencia de orangutanes en Arse.

Se conoció que en julio del año pasado, una veintena de científicos escribió una carta al presidente de Indonesia, Joko Widodo, en la que describieron el proyecto como «el último clavo en el ataúd» de la especie, que requiere una población mínima de 500 orangutanes para alcanzar viabilidad genética.

La presa no solo afectará a los oranguntanes, ya que Batang Toru, con cerca de 150 mil 000 hectáreas, es hogar de cientos de especies de flora y fauna, entre ellos el tigre de Sumatra o el pangolín, que están «gravemente amenazadas», según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Río abajo, las plantaciones de aceite de palma dominan el paisaje en el camino hacia el pueblo de Aek Rambe, donde su jefe, el anciano Sarul Nasution, se queja de que los cultivos «están secando las reservas de agua y disminuyeron la cantidad de pesca».

La presa agravará este problema en más de una decena de pueblos, donde viven unas 3 mil personas, según estima la compañía indonesia.

En Aek Rambe, las casas de madera se elevan sobre postes a la orilla del río, la red eléctrica todavía no ha llegado y solo unos pocos generadores iluminan a los pescadores mientras pescan la captura del día.

El anciano cuenta que no hay planes para proporcionar electricidad al pequeño pueblo.

Sobre la central hidroelèctrica

Se construye en el sur del ecosistema de Batang Toru, una exuberante zona de bosque tropical con una gran biodiversidad y frecuente actividad sísmica, y será terminado en 2022.

El proyecto de 510 megavatios y 1 mil 600 millones de dólares de inversión emprendido por la empresa indonesia PT North Sumatra Hydro Energy (NSHE), que construye desde 2015 el gigante chino Sinohydro en el municipio de Tapanuli Meridional y resultó incluido en el plan estratégico energético del Gobierno.

La central será clave para satisfacer la creciente demanda de electricidad en la isla, asegura NSHE, pero en su estudio social reconoce que existen «expectativas que no serán satisfechas» sobre la falta de acceso a electricidad en Tapanulis Meridional.

NSHE defendió en un correo electrónico enviado a Efe que la central no es perjudicial para el medioambiente o las comunidades de la zona ni se encuentra en una zona primaria de hábitat del orangután de Tapanuli, y promueve en los últimos meses proyectos de conservación en Batang Toru.

Presa sumamente cuestionada

Por otro lado, la organización ecologista local Walhi, la mayor del archipiélago, es la única sobre el terreno que todavía critica abiertamente la obra, después de emprender en 2018 un proceso judicial contra el estudio medioambiental del proyecto que en este momento se halla en el Tribunal Supremo.

Semanas después de que Walhi denunciará presiones y amenazas contra su personal, su abogado, Golfrid Siregar terminó herido de gravedad, junto a su motocicleta, en una calle de Medan, capital provincial de Sumatra del Norte, y murió en el hospital tres días más tarde.

La Policía determinó que la muerte se debió a un accidente de tráfico, pero una coalición de organizaciones de defensa de los derechos humanos locales e internacionales, incluidas Human Rights Watch y Amnistía Internacional, cuestionan la investigación oficial.

«Hemos recibido presiones a través de terceras personas que dicen que van a matarme, que piden que los extranjeros no vengan a esta oficina», dijo a Efe en su despacho de Medán Dana Prima Tarigan, el director ejecutivode Walhi en Sumatra del Norte.

Finalmente, con la campaña en contra de la presa debilitada y el apoyo de líderes locales y nacionales asegurado, el único obstáculo importante al que se enfrenta la central en estos momentos es la demanda en el Tribunal Supremo.

Walhi ve con esperanza la reciente cancelación por motivos medioambientales de otro proyecto hidroeléctrico en la provincia indonesia de Aceh y defiende su posición.

«No nos oponemos a las construcciones, pero tienen que tener en cuenta a la gente y a la vida salvaje. Salvar el ecosistema de Batangtoru y su biodiversidad es salvar a la humanidad», afirma el activista de Walhi, Roy Lumban Gaol. EFE




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