Papa Francisco

El papa Francisco ha atribuido la falta de caridad a la avidez por el dinero porque, a su juicio, se transforma en violencia contra quien amenaza nuestras certezas como el niño por nacer, los extranjeros o los ancianos enfermos.

«Lo que apaga la caridad es ante todo la avidez por el dinero (…). A esta le sigue el rechazo de Dios», lamenta en su mensaje de la Cuaresma, que inicia el 14 de febrero, difundido hoy por la Santa Sede.

Francisco denunció que todo esto se transforma en violencia que se dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras certezas: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a nuestras espectativas.

El enfriamiento de la caridad también tiene una víctima silenciosa, la Creación, ya que en su opinión la tierra está envenenada a causa de los desechos arrojados por negligencia e interés.

«Los mares, también contaminados, tienen que recubrir los restos de tantos náufragos de las migraciones forzadas; los cielos -que en el designio de Dios cantan su gloria- se ven surcados por máquinas que hacen llover instrumentos de muerte», lamentó.

El papa pretende con este mensaje preparar a los fieles y a la Iglesia Católica de cara a la Cuaresma y lo hace inspirado en una expresión de Jesús del Evangelio de San Mateo: Al crecer la maldad se enfriará el amor en la mayoría.

En el texto alertó de los falsos profetas, personas que se aprovechan de las emociones humanas para esclavizar a las personas y llevarlas adonde ellos quieren.

«Cuántos hijos de Dios se dejan fascinar por las lisonjas de un placer momentáneo, al que se le confunde con la felicidad. Cuántos hombres y mujeres viven como encantados por la ilusión del dinero, que los hace en realidad esclavos del lucro o de intereses mezquinos», lamentó.

El pontífice también criticó a los charlatanes que ofrecen soluciones sencillas e inmediatas para los sufrimientos y se refirió a los muchos jóvenes a los que se les ofrece el falso remedio de la droga, de unas relaciones de usar y tirar, de ganancias fáciles pero deshonestas.

«Cuántos se dejan cautivar por una vida completamente virtual, en que las relaciones parecen más sencillas y rápidas pero que después resultan dramáticamente sin sentido», apuntó.

Francisco advirtió de que estos estafadores no solo ofrecen cosas sin valor sino que quitan lo más valioso, como la dignidad, la libertad y la capacidad de amar, algo que tachó como el engaño de la vanidad, que nos lleva a pavonearnos… haciéndonos caer en el ridículo.

El papa propuso a sus fieles que, si ven a su alrededor estos fenómenos, propuso la medicina a veces amarga de la verdad y el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno.

La primera, el rezo, porque hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas; la limosna porque libera de la avidez y el ayuno porque debilita nuestra violencia, nos desarma.




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