(AFP)

El papa Francisco dijo hoy en la Vigilia que el miedo, el pecado y la mundanidad acaban con la esperanza y dan paso a la desconfianza, y lamentó que a veces las personas crean “con resignación que la muerte es más fuerte que la vida”, durante la Vigilia Pascual de este Sábado Santo.

La ceremonia comenzó a las 20.30 horas locales (18.30 GMT) con una basílica de San Pedro del Vaticano totalmente en penumbra y en silencio, con el que se conmemoró el dolor de la muerte del Señor.

El papa bendijo el fuego e incidió con un punzón sobre el cirio pascual, grabando una cruz, la primera y la última letra del alfabeto griego -alfa y omega-, y las cifras del año en curso.

Después recorrió en procesión la basílica, a oscuras, hasta llegar al altar mayor, cuando se encendieron las luces y se proclamó el llamado “Exultet”, el himno pascual.

El papa dedicó su homilía a hablar de las que llamó cuatro grandes piedras de la vida de los seres humanos, “contra las que se estrellan las esperanzas y las expectativas: la muerte, el pecado, el miedo, la mundanidad“.

“La Pascua es la fiesta de la remoción de las piedras”, dijo, en una basílica repleta de fieles.

Francisco criticó que “a menudo la esperanza se ve obstaculizada por la piedra de la desconfianza” y dijo que “cuando se afianza la idea de que todo va mal y de que, en el peor de los casos, no termina nunca“, se acaba creyendo “con resignación que la muerte es más fuerte que la vida” y es cuando las personas se convierten en “cínicas y burlonas, portadoras de un nocivo desaliento”.

Lamentó que los hombres a veces construyan dentro de sí mismos “un monumento a la insatisfacción, el sepulcro de la esperanza” y hacen que la vida “acabe siendo esclava de las quejas y espiritualmente enferma”.

Y se refirió al pecado para decir que “seduce, promete cosas fáciles e inmediatas, bienestar y éxito, pero luego deja dentro soledad y muerte“, y lamentó el miedo, que provoca que las personas se queden encogidos en sus límites.

A veces “preferimos permanecer encogidos en nuestros límites, encerrados en nuestros miedos. Es extraño: ¿por qué lo hacemos? Porque a menudo, en la situación de clausura y de tristeza, nosotros somos los protagonistas”, consideró.

Finalmente, rechazó las “vanidades mundanas”, como el dinero, la carrera, el orgullo y el placer, que no dejan ver lo verdaderamente importante de la vida.

EFE




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